5 de julio de 2024

La vocación que Dios nos da

La vocación es la fuerza que nos impulsa a desarrollar lo que somos, aquello que nos pone en contacto con nuestra realidad y la capacidad de compartirla, porque el llamado que Dios nos hace está impreso en nuestro ser. Solo nosotros le damos la dimensión propia de nuestra voluntad y de la verdad que deseamos proyectar de nosotros mismos. 

Por ello, la vocación no solo es la atención al llamado que nos hace Dios, para desarrollar nuestro ser desde una decisión específica, es una respuesta razonada, a partir de la verdad que descubrimos, de lo que Dios nos provee para servir. 

La vocación es el testimonio que damos, de lo que conocemos de nosotros mismos, que ha sido madurado, con nuestras elecciones y decisiones, es un dialogo con Dios, no solo es el llamado, es la orientación, de la cual, Él nos ha provisto, la docilidad que hemos puesto, a eso que nos descubre de nosotros mismos.  

Entender la vocación implica la contemplación de nuestra verdad, de nuestra trayectoria y de aquello que ha marcado ese caminar, ese signo que nos llama a cambiar caminos, a tomar decisiones con valor y fortaleza, aquello que nos da la seguridad de dejar todo atrás, para emprender algo novedoso y tomar riesgos, porque nos sabemos seguros de lo que hacemos. 

Al contemplar nuestra historia y ver nuestra actualidad, descubrimos esa trayectoria, que nos lleva a la elección, y que nos ha puesto en el lugar en que estamos hoy.  

Así, vemos que nuestras decisiones han seguido la ruta que Dios nos ha dispuesto, pero que nosotros hemos aceptado recorrer. Por ello, la decisión que nos hace continuar con lo que vamos construyendo y dejar atrás otras alternativas tiene una razón y un sostén de coherencia de nuestra verdad, expresada en lo que queremos y hacemos. 

Al momento de contemplar nuestra vida, debemos pedir a Dios que nos ilumine y nos auxilie, para ir al lugar que nos está llamando. 

Deja un comentario