3 de julio de 2024

Es momento de ser joven

La verdadera soledad

En su libro, On Becoming Fearless, Ariana Huffington afirma que algunos de estos son el miedo a los hombres, el miedo a las imperfecciones, el miedo a la soledad, el miedo al ridículo, el miedo a envejecer.  

Podemos estar de acuerdo en que, cuando te quedas encerrado en tu casa, te das cuenta de muchas cosas. Una de ellas, del ruido y la grandeza del mundo interior que todos llevamos dentro. Atrevernos a oír esas verdades, que por mucho tiempo negamos, y a visualizar esos rincones que enterramos, aterra, bastante. Pero, curiosamente, después de un tiempo, te ayudará a respirar mejor, a liberar la carga de los hombros y sanar. Ojalá desde chicos nos dijeran que abrir esas puertas, que ignoramos, ayuda para ahorrarte noches en vela.  

Esto ha sido una de las luces de la pandemia, porque, con estos viajes internos, he aprendido a identificar la diferencia entre encajar y pertenecer. Específicamente, las mujeres gastamos tantas energías en ganar aceptación externa que nos olvidamos de nuestra autenticidad. El mundo nos enseña que una de las situaciones a las que más debemos temer como mujeres es a la soledad. 

Desde chicas, recibimos instrucciones de cómo vestir, qué hacer, qué no decir y a quién impresionar y nos olvidamos de este mundo interno extraordinario que vive dentro de nosotras. Nos enfocamos tan profundamente en modificar ciertas partes de nuestra persona para encajar, que nos olvidamos de que, al final, lo único que importa es pertenecer a nuestra propia esencia, sernos fieles a nosotras mismas y aceptarnos como somos, con todo y nuestras imperfecciones.  

Se requiere de una dosis enorme de coraje, para mostrarse ante los demás con autenticidad. Al final, todas las vulnerabilidades quedan descubiertas. Pero, también, es importante darnos cuenta de que los daños de traicionarnos son infinitamente mayores.  

Al opacar nuestra autenticidad por evitar la soledad, nuestro mundo interior puede quedar deshabitado, aunque estemos “acompañadas.” Más allá de ahuyentarla, ¿no será que la intercambiamos por una mucho más peligrosa? 

Estoy convencida de que debemos evitar seguir cultivando la soledad de nuestro espíritu, de nuestra alma, de nuestro corazón. Porque, en el momento en que eso se ausenta, la compañía física no sirve de nada y el vacío interno es mucho mayor. Está en nosotras empezar a intentarlo para poder, verdaderamente, escuchar la música de nuestro mundo interior.   

Deja un comentario