Solemnidad de Pentecostés
Cambia el tiempo litúrgico. Culminada la Pascua del Resucitado con la efusión del Espíritu Santo continuamos con el llamado “Tiempo Ordinario”. Sin embargo, deberíamos tener ya bien claro que con Dios lo Ordinario es siempre Extraordinario. Dinamismo sinfín, novedad y frescura incesantes.
Georgina Arámburu se pregunta: “después de ese glorioso Bautismo en el Espíritu, ahora, ¿qué sigue? Sigue vivir como verdaderos cristianos, como verdaderos testigos de Jesús.” Volver al tiempo litúrgico ordinario como apóstoles, volver a la vida diaria pero llenos del Espíritu Santo y continuar la misión de Jesús: “los envío como el Padre me envió” (cfr. Jn 20,21). Los 11 son los mismos y a la vez son otros: fragilidades, historia de vida, contexto son los mismos, pero ahora son enviados por el Espíritu Santo. Lo ordinario va transido de lo extraordinario.
Atendiendo esa invitación a ser testigos, este número de Ven y Sígueme presenta muchas facetas de continuidad cristiana potenciada por el Espíritu Santo:
La Vocación como complicidad amorosa con Dios, de ello nos hablan Bernardo Sada y José Ignacio Abarca.
Ser comunidad Trinitaria de Amor nos recuerda Tere Rojas.
Sonia Villaseñor nos propone un cambio de mirada: cuántas veces renegamos cuando nos toca vivir la cruz, pero existe una manera de sacarle provecho al sufrimiento. La Espiritualidad de la Cruz nos enseña a darle sentido al dolor.
Y muchas otras y variadas facetas de esta nuestra vida en Cristo, la más preciosa de las joyas.
Queridos lectores, quiero encomendar a Dios el tiempo que se inicia para que “el Espíritu Santo, fuente de toda plenitud y bien los regale con sus dones por medio de la Cruz y les conserve siempre puros y sin mancha.”
Amén.