5 de julio de 2024

Respuesta de amor a Dios

La fe, respuesta del ser humano a Dios

En los Evangelios, se lee que, antes de realizar un milagro, Jesucristo pide un acto de fe y Él se alegra de ver que las personas la manifiestan.

La fe es la respuesta del ser humano a la revelación de Dios y consiste en creer todo lo que Dios ha dicho y ha mostrado. Ante nuestra inteligencia, se presentan cuestionamientos importantes; uno de ellos es sobre la existencia de Dios. Sabemos, con certeza, que Dios sí existe; en primer lugar, porque, cuando observamos todo lo creado, nos damos cuenta de que necesariamente debe haber una causa que sostiene y ha creado todo en el universo.

Esas son cuestiones más sencillas de responder; sin embargo, hay preguntas que se nos presentan difíciles a nuestro entendimiento, por ejemplo: ¿Quién es Dios? ¿Cómo es Dios? ¿Cómo es que Jesucristo es verdadero Dios? ¿Qué hay después de esta vida? Este tipo de cosas sólo pueden saberse mediante la fe en lo que Dios nos ha revelado.

La fe, nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica (n. 154), es un acto humano. No va en contra de la libertad, ni de la inteligencia y, por supuesto, tampoco contra la dignidad humana. El motivo para creer “no radica en el hecho de que las verdades reveladas aparezcan como verdaderas o inteligibles a la luz de nuestra razón natural” (n. 156), sino que creemos a causa “de la autoridad de Dios mismo, que revela y que no puede engañarse ni engañarnos” (n.156).

Así, nos damos cuenta de que la fe del ser humano no es una fe ciega, sino que es una fe razonable y libre a todo lo que Dios ha revelado. Aunque haya cosas que no se comprenden enteramente, se cree en la autoridad de Dios y se tiene confianza en Él.

La fe es una virtud teologal, que se recibe en el bautismo, y es un acto humano, consciente y libre, que nos ayuda a abrir nuestro corazón a Dios. Una vez que la hemos recibido, depende de nosotros que no desaparezca, sino que, por el contrario, crezca y se desarrolle. Los mejores medios para lograr esto son la escucha de la Palabra de Dios y la vida de sacramentos y de oración.

Estar unidos a Jesús, nuestro Maestro, nos ayudará, ya lo dijo Él: “Yo soy la vid, y ustedes los sarmientos, el que permanece unido a Mí, y Yo en él, ese da mucho fruto” (Jn 15, 1-8).

Vídeo:

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