15 de enero de 2025

El Credo

Pocas personas se nombran en el Credo y una de ellas es Poncio Pilato. Quizás resulte extraño, pero hay razones para darle este lugar en nuestra confesión de fe.

En primer lugar, se menciona al gobernador romano de Judea, para ubicar históricamente la crucifixión de Nuestro Señor. Al enviar a su Hijo al mundo, Dios irrumpió en la historia humana. Jesucristo, siendo hombre verdadero, manifestó el Reino de Dios en un contexto histórico y cultural concreto. Entonces, al mencionar a Pilato, el Credo afirma que el Evangelio es real, no una leyenda o un mito.

Pilato también representa los poderes del mundo, que son contrarios al Reino de Dios y subyugan a su pueblo. Sin embargo, a diferencia de lo que esperaban los judíos, Jesucristo no vino simplemente a instaurar un nuevo reino terrenal. Como Él mismo explicó a Pilato, su reino no es de este mundo, aunque ya esté presente aquí. Es un reino que atraviesa todo orden, que desestabiliza todas las estructuras, pues muestra la Verdad. Pilato fue incapaz de reconocer, en Jesús, a la verdad, porque su poder era terrenal.

El cristianismo, entonces, no es un orden político, pero, tampoco, una simple espiritualidad, que se viva individualmente y en privado. El Reino de Dios tiene implicaciones públicas aquí, en la Tierra, pues confronta las estructuras del mundo—y, por eso, aún hoy, provoca escándalo.

Jesús continúa mostrando a los Pilatos de hoy los límites de su poder terrenal y temporal; solo la verdad y el amor trascienden. Los que escuchamos y seguimos a Jesús ayudamos a extender el Reino de Dios y damos testimonio de la verdad en medio de este mundo.

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