8 de junio de 2025

Dejando huella Un sacerdocio común de todos los cristianos

En este artículo, he querido plasmar un poco de las enseñanzas que me dejó el padre Eduardo Sarre M.Sp.S. como un recuerdo y un pequeño homenaje al gran sacerdote y amigo que fue.  

Los fieles laicos, junto con los sacerdotes ordenados, formamos el edificio espiritual de la Iglesia de Cristo. Cada uno vive esta participación de manera diferente, pero complementaria. 

El sacerdocio de Cristo es único y para siempre, pero, a la vez, por el Bautismo, hace participar a todo su pueblo, transformándonos en otros “cristos”, nos hace miembros del pueblo de Dios.  

El sacerdocio común se encuentra en la Sagrada Escritura como una semilla. Poco a poco, los laicos hemos ido tomando conciencia de nuestro valor y misión en la Iglesia.  

Un sacerdocio común de todos los cristianos. Lo que se prefiguraba en el Antiguo Testamento es una realidad en el Nuevo, gracias a Cristo, fuente de todo sacerdocio. Lo que, en el Antiguo Testamento, se realizaba de modo imperfecto, porque repetidas veces se entraba en el templo y solo el sumo sacerdote, para ofrecer sacrificios. Ahora, se realiza de modo perfecto, en Cristo, que entró una vez y para siempre al santuario (cf Heb 9, 12.24) y ofreció el único sacrificio eficaz. No solo Cristo, sino nosotros, por Él y con Él, tenemos acceso al templo y al culto.  

La actitud de ofrecimiento del sacerdocio común está formada por los mismos aspectos que el sacrificio de Cristo: 

– La obediencia filial a la voluntad de Dios  

– La solidaridad con los hombres.  

El sacrificio cristiano consiste en una vida de caridad (cf Heb 13, 16). La vida de comunión entre los cristianos es sacrificio agradable a Dios.  

Encontremos, en el sacerdocio común, la motivación y fuerza para vivir el Evangelio.   

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