3 de julio de 2024

Reflexiones de un millennial católico Realmente hizo nuevas todas las cosas

Yo creo que todos recordamos la escena de La Pasión de Cristo, en la que Jesús, en pleno camino hacia el Calvario, cae con la cruz encima y cómo se acerca rápidamente María, su madre, al verlo tan vulnerable. Después de una tierna escena, que rememora a la infancia de Jesús, la película vuelve a mostrarnos a Madre e Hijo, en ese doloroso momento del Viernes Santo. Entonces, sale de la boca de Jesús una frase que no se recoge en el relato Evangélico de la Pasión, pero que San Juan sí escribe en el libro de Apocalipsis: “Mira, que yo hago nuevas todas las cosas”.  

Y es que, ¿cómo no pensar en la novedad de la propuesta de Jesús para el mundo? Vino a cambiar la percepción de todo.  

A partir de Cristo, ya no somos solo criaturas, sino también hijos de Dios. A partir de Cristo, comprendimos que no vuelve impuro al hombre lo que entra por su boca, como el cerdo o los mariscos, sino lo que sale del corazón, como los malos deseos. A partir de Cristo, la mujer dejó de tener un espacio relegado en la sociedad, para ser, nada más y nada menos, que la primera testigo de Su resurrección. En fin, hay tantas cosas que hizo nuevas que no podría terminar de enumerarlas, pero que, paradójicamente, podría resumir en la siguiente frase: Cristo vino a transformar y enseñar que todo debe hacerse con amor.  

Con su muerte, vino a dar cumplimiento a todo lo necesario, para regenerar nuestra condición de hijos muy amados del Padre, pero, con su resurrección, se confirmó la validez de todas sus novedades.  

Que esta Semana Santa y Pascua podamos adentrarnos en la novedad de cristianismo, no tanto como “norma” religiosa, sino como experiencia de un Dios que es amor y ternura, que sale al encuentro, a regenerar, a consolar, a salvar. Que experimentemos el amor de Dios, que no tiene forma de corazón romántico, sino de cruz, pero con corazón latente.  

¡Ánimo firme! ¡Que viva la cruz vivificante! 

 

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