3 de julio de 2024

Respuestas de amor a Dios Sal de tu tierra nativa, a la tierra que te mostraré

 

Dios, nos narra el Genésis, llevó a cabo una Alianza con Abraham: “Sal de tu tierra nativa y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Haré de ti un gran pueblo, te bendeciré, haré famoso tu nombre y servirá de bendición.” (Gn 12, 1-2) 

Tenemos, en esta cita, al Dios que llama salir a una tierra nueva. Invita a ponerse en camino, dejando la seguridad de una tierra para sí mismo y para su familia, la seguridad de unos pastos para su ganado, atrás. Abraham vivía en Ur, Caldea y había echado raíces allí.  Pero es Dios mismo quien le pide que lo deje todo, para buscar una nueva seguridad, la seguridad en Dios. 

Abraham confía y obedece la llamada, que le ha de convertir en peregrino de la fe, fiándose, única y exclusivamente, de la palabra del Señor. Abraham, ciertamente, salió, sin saber a dónde iba. 

Esta es la fe del cristiano, a esto estamos llamados, como hijos de Dios: El Señor nos invita a levantar la mirada, más allá de lo inmediato, a buscar lo que nos lleva a Él, quien siempre está con nosotros, quien es Padre generoso, providente, amigo, salvador. 

“Sal de tu tierra”, quiere decir, para nosotros: “Deja tus seguridades terrenas, sal en busca de Mí, levanta los ojos y mira los dones que tengo para ti, te invito a que tengas una vida, en Mí, que soy tu Dios”. 

Esta certeza del llamado que Dios nos hace a cada uno de nosotros es el alimento de la vida en Cristo Jesús. Esta certeza ilumina el alma, para, con esperanza de poder mirar a Dios cara a cara, al final de nuestros días, poder decirle, finalmente: “Salí de mis seguridades, salí de mis ataduras y te encontré, Tú, iluminaste mi vida, le diste sentido a mi camino, nunca estuve solo, porque, Tú, que eres fiel, siempre estuviste conmigo”. 

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