8 de junio de 2025

Pastoral vocacional en tiempos de crisis: El desafío de la escucha y el encuentro

P. Bernardo Sada, M.Sp.S. 

Una idea clave para entender nuestro tiempo como Iglesia es la idea de transición: algo está muriendo y algo está emergiendo. El Espíritu nos provoca a vivir una reforma y una conversión sinodal, a movernos a un modo de pensar, actuar y organizarnos que nos ayude a hacer realidad ese “caminar juntos”. 

Una Iglesia sinodal es una Iglesia que escucha, en donde todos tienen algo que decir y algo que aprender: laicos, presbíteros, obispos, el Papa, todos escuchándose unos a otros y todos escuchando al Espíritu, dejando atrás las relaciones donde unos pocos mandan y enseñan y los demás obedecen y aprenden. 

La pastoral vocacional está en crisis y el Espíritu nos está moviendo a replantearla en una lógica sinodal. De niño escuché muchas veces que el llamado al sacerdocio o a la vida religiosa era una “vocación especial” y que quienes lo recibían eran los “predilectos” de Dios. Seguramente me lo dijeron con buena intención, pero no hay vocaciones “especiales”, o podríamos decir que todas las vocaciones son especiales, porque todos tenemos un llamado, y la mejor vocación es la tuya, la mía, la que cada uno recibimos, porque tu vocación será el camino que a ti te llevará a vivir con más pasión, gozo, hondura y fecundidad tu vida en el seguimiento de Jesús. 

La pastoral vocacional anuncia la buena noticia de la vocación: ¡tu vida tiene un propósito, Dios sueña algo para ti y te envía a dar vida con tu modo único de ser!, y tenemos la tarea de acompañar a los jóvenes para que descubran y abracen su llamado. Si en la Iglesia no somos capaces de escuchar a las nuevas generaciones y aprender de ellas, no ayudaremos a los jóvenes a descubrir la belleza de su vocación. Al contrario, estorbaremos y haremos más difícil que se encuentren con el Dios de Jesús que llena la vida de encanto y sentido. 

Encontrarnos con las nuevas generaciones y sus culturas probablemente supondrá un shock, pero si no lo hacemos no habrá diálogo que haga posible la transmisión de la fe y de la buena noticia vocacional, la Iglesia estará cada vez más distante de los jóvenes y dejará de ofrecer una experiencia de humanización y liberación. ¡Asumamos por eso el desafío de la escucha y el encuentro! 

Para que algo nuevo nazca algo viejo tiene que morir, por eso nos resistimos, porque la perspectiva de la muerte implica pérdida de control, de seguridades y de comodidad. El llamado a construir Pueblo sacerdotal pide conversión y cruz, morir a juicios y miedos que nos separan, pide una fuerte dosis de confianza como la que vivieron Conchita y Félix, poniéndonos en marcha para impulsar una comunidad como Jesús soñaba, donde todos tienen un llamado y un lugar. 

 

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