5 de julio de 2024

Editorial Marzo 2023

Ceniza y exhortación: “Conviértete y cree en el Evangelio”. Así iniciamos la Cuaresma… y, siendo corresponsables con el rito que vinimos a celebrar, cabe plantearnos ¿a qué vine, hacia dónde debieran conducirme esa celebración y esas palabras? 

El mes de marzo y parte de abril se nos presentan como tiempo de Gracia: horas, días, semanas para retomar la senda y volver a tener a Dios como horizonte y sentido de nuestras vidas.  

En palabras de Ana Victoria Padilla “El Señor nos invita a levantar la mirada, más allá de lo inmediato, a buscar lo que nos lleva a Él. Dejar lo que creemos es nuestra tierra y dirigirnos a la casa del Padre.”  

En efecto, somos de Dios, somos sus hijos, en quienes una honesta y cordial reflexión interior debiera sacudirnos y, como aquel hijo que nos refiriera Jesús, con decisión decir “¿Qué hago yo aquí en tierra lejana y extraña, pasando hambre y al servicio de cosas mundanas y sucias cuando podría estar en casa con mi Padre?, me levantaré y volveré junto a Él”. (cfr. Lc 15, 17-18). Aquel hijo ingrato y confundido consiguió, en medio de la necesidad y la pérdida de dignidad, abrir paso hacia su corazón. El gruñir de los cerdos, las increpaciones de sus patrones no consiguieron privarle del silencio interior, antes bien le acompañaron en la contemplación de sí mismo y la escucha del Espíritu. 

No obstante, el descomunal ruido de las redes sociales, de los medios y de la mercadotecnia, un joven millennial, Eugenio Valle, nos anima: “Debemos hacer silencio interno, para saber qué es lo que Dios quiere decirnos, pero es igual de necesario, a veces, hacer una pausa en el camino y escuchar qué es lo que la humanidad, en general, siente, piensa, expresa y reflexiona…” 

Cuaresma es silencio interior y también reflexión contemplativa de nuestro entorno, de mi entorno. “Saber escuchar el silencio y no poner siempre atención al ruido puede ayudarte a ver otros panoramas y entender mejor lo que está sucediendo a tu alrededor”, dice María Milo. 

“Cuaresma es el tiempo en que debemos entrar en contacto con la realidad de lo que nuestras decisiones han originado, las situaciones que han causado y valorar en el lugar que estamos,  para buscar un cambio de ruta, cuando hemos equivocado el camino…”, reflexiona José Ignacio Abarca D.P. 

Coincido con mi hermano, el P. Bernardo Sada MSpS., cuando afirma: “Para que algo nuevo nazca algo viejo tiene que morir, se vive una transición en la cual algo está muriendo y algo está emergiendo. El Espíritu nos provoca a vivir una reforma a propósito de la vocación.” Nuestra hermosa vocación, como reiteraba con pasión el P. Félix de Jesús Rougier.  

¡Qué maravilloso tiempo este de Cuaresma: descubrir, retomar la propia vocación: a ser sacerdote, a ser esposo, esposa, consagrado…y en todas ellas a ser cristiano, ¡Hijo amado del Padre! 

Y así, terminada su introspección y discernimiento, aquel joven, nos dice Jesús, se puso en camino, de vuelta al encuentro de su Padre..  

Sea así para ti querido lector…te deseamos un feliz tiempo de discernimiento cuaresmal. 

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