8 de julio de 2024

Dios me recuerda misericordiosamente

Claro que me siento recordado por Dios como un pecador. Sí, pero como un pecador perdonado. El recuerdo que Dios tiene de mí no es un recuerdo acusador sino misericordioso.  

Muchas veces, el problema para experimentar la misericordia de Dios y reconocer con paz que soy un pecador perdonado está en mí. Aunque Dios me ha perdonado, yo mismo no estoy dispuesto a perdonarme y aceptar que no soy perfecto. He visto sufrir a muchas personas, porque no están dispuestas a reconocer su corazón y darse cuenta de lo que son, siguen aferradas a su soledad y sufrimiento, porque no se dejan amar y perdonar desde el fondo de ese corazón. 

¿Cuál es la reacción interna que tengo cuando reconozco, con sencillez, que he pecado? 
 
Sí, experimento vergüenza y un dolor agudo, porque no soy lo que creí ser ante los demás; entonces, mi reacción es de culpa, no de misericordia; sí, experimento temor, aunque sea leve, a que, en cualquier momento, reciba “mi merecido” de parte de Dios, por haber cometido tal o cual pecado, sí, me experimento autosuficiente, estoy lejos de sentirme amado misericordiosamente. 

Por el contrario, si lo que me pasa internamente es la tristeza de no sentirme pleno, libre y en paz con Dios, al que quiero amar, y con los demás, porque quisiera amarlos auténticamente, entonces me acerco más al arrepentimiento sano y estoy en la antesala de la misericordia. 

 
Mientras más me abra al amor que Dios me tiene, sentiré menos miedo de tocar mi propia miseria (mis debilidades, pecados, heridas). Esto es tocar mi miseria, con el corazón lleno del perdón y amor de Dios. Poner el corazón en la miseria eso es la misericordia. Dios misericordioso me recuerda, amándome, liberándome, reconciliándome y llamándome a ser misericordioso conmigo mismo y con todas las personas. Esto significa que me llama a ser plenamente hijo y, por ello, plenamente hermano. Esta es la identidad que Jesús nos reveló en su vida. 

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