por Benedicto XVI ha sido uno de los teólogos más importantes de nuestro tiempo. A lo largo de su vida publicó más de 60 libros, además de tres encíclicas y muchos otros documentos papales. Su trabajo intelectual, una faceta quizás menos conocida que su liderazgo como Papa, ha tenido una profunda influencia en la historia reciente de la Iglesia.
Joseph Ratzinger nació en Marktl, Alemania, el 16 de abril de 1927. Fue ordenado sacerdote en 1951, y para 1959 ya era profesor de teología. Durante las primeras dos décadas de su trayectoria académica, su pensamiento se asoció al de la Nouvelle théologie (nueva teología).
Este innovador movimiento intelectual propuso regresar a las fuentes de la teología (sobre todo la Sagrada Escritura y los Padres de la Iglesia), con el fin de renovarla de cara al mundo moderno. Tal postura sentó las bases del Concilio Vaticano II (1962-1965), en el que Ratzinger participó como consultor.
Después del concilio y de los movimientos sociales de 1968, surgieron diferentes perspectivas para el futuro de la Iglesia.
En este contexto, Ratzinger adoptó una postura más moderada, interpretando el espíritu renovador del concilio en diálogo con la tradición y desde una visión cristocéntrica. Se volvió un crítico del relativismo y la secularización en occidente, así como de la influencia del marxismo en la teología católica.
En 1977 fue nombrado arzobispo y cardenal. Entre 1981 y 2005 fue prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y un aliado cercano de Juan Pablo II.
Finalmente, como su sucesor, Benedicto XVI promovió el diálogo de la Iglesia con otras religiones, así como con la ciencia, las artes y los medios de comunicación.
Aunque su producción intelectual es muy extensa, quizás se puede hallar una síntesis de su pensamiento en los títulos de sus tres encíclicas: “Dios es amor”, “Salvados en la esperanza”, y “La caridad en la verdad”.
Profundicemos en el pensamiento de Benedicto XVI, un ferviente testigo de Jesucristo en nuestro mundo contemporáneo.
