8 de julio de 2024

Respuestas de amor a Dios Como renuevos de olivo

Si yo me dejo, Señor, Tú, que eres mi Pastor, me conducirás a fuentes tranquilas y repararás mis fuerzas, Si contigo nada me falta y en verdes praderas me haces recostar, ¿por qué Señor, temer? 

Si tu vara y tu cayado, Señor, son los adecuados para que yo crezca en el amor, y también es verdad que contigo nada me falta, ¿por qué entonces desconfiar?  Y si me has dicho que preparas una mesa para mí y que preparas un lugar en la casa del Padre, ¿por qué, Señor, apartarme de Ti? 

Si tu bondad y misericordia me acompañan todos los días de mi vida y me consta que Tú eres fiel a Tu palabra, entonces ¿qué espero para arrojarme en tus brazos ante tanto amor? 

He de nacer de nuevo. Nicodemo me lo enseña, porque te lo preguntó, Señor (Jn 3, 1-8) y lo puedo leer en el Evangelio. Así como Nicodemo, vengo ante Ti, Maestro, llena de preguntas. ¿Cómo puedo volver a ser como una niña pequeña, despreocupada, dejando el ruido que me aturde? ¿Cómo puede ser posible que surja en mí la confianza y que surja en mí la ilusión de una nueva vida en Ti, Señor Jesús? 

Mis criterios humanos me encadenan y no me dejan mirar como miras Tú. ¡Quiero saltar de gozo en Ti! ¡Ven, Señor Jesús! Solo Tú sabes hacer nuevas todas las cosas, es tu Espíritu Santo quien obra, haciendo que lo viejo renazca de nuevo, porque nadie, después de estar contigo, queda igual. 

Porque Tú naces en la sencillez, la fragilidad y en el silencio.  Señor, que tu promesa se cumpla hoy conmigo, derrama tu Espíritu hoy en mí, que renazca mi corazón seco, construye un corazón nuevo en mí, como renuevo de olivo (Sal 128). 

Permite, Dios mío, como bendición para tus hijos, la conversión de nuestras almas. Gracias por los aprendizajes que la vida nos proporciona bajo tu cuidado y tu providencia, porque Tú nunca nos dejas solos. Ayúdanos a construir Tu reino, siguiendo Tu santísima voluntad; nosotros solamente somos obreros de Tu mies (Lc 10, 2). 

Deja un comentario