8 de julio de 2024

El credo Virgen María

El 1º de enero, la Iglesia celebra la solemnidad de Santa María, Madre de Dios. En esta fiesta, reafirmamos uno de los dogmas marianos de la fe católica: que María es madre de Dios (en griego, theotokos).  

Este dogma, al igual que los otros, está íntimamente relacionado con lo que creemos sobre Jesucristo. Aunque el Credo solo la menciona brevemente, María tiene un lugar central en nuestra fe. 

En esta ocasión, reflexionaremos sobre este dogma mariano. 

Como decimos en el Credo, Jesucristo se encarnó de María, siendo ella virgen, por obra del Espíritu Santo. Ya que Jesús es Dios, María se ha reconocido como Madre de Dios, desde los primeros siglos del cristianismo. En el siglo V, el obispo Nestorio propuso que esto era incorrecto y que se debía llamar, a María, solo madre de Cristo. En el Concilio de Éfeso (431), su postura fue declarada hereje, pues implica que Cristo no es Dios, o que su naturaleza humana está separada de la divina. 

Dios Hijo, siendo eterno, puede tener una madre porque, al encarnarse, entró en la condición temporal del ser humano. En Jesucristo, la naturaleza humana y la divina están unidas en una sola persona, “sin confusión, sin cambio, sin división, sin separación” (Concilio de Calcedonia). Entonces, María no es madre solo de la “parte” humana de Jesucristo, sino de toda su persona — que es la Segunda Persona de la Trinidad. María, pues, es madre de Dios. 

Esto de ninguna manera quiere decir que María sea divina ni eterna, ni que sea madre de toda la Trinidad, ni que Dios tenga un origen o principio — estas ideas son herejías. Por el contrario, el Hijo de Dios entró al mundo y asumió la naturaleza humana precisamente de María. Jesucristo es de la misma naturaleza divina del Padre y de la misma naturaleza humana de María. Así, nuestra fe en María es fe en Jesucristo, Dios y hombre verdadero. 

En el siguiente número, profundizaremos en los otros dogmas marianos. Digamos confiados a María, Madre de Dios y madre nuestra, ¡Ruega por nosotros! 

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