La persona humana es un ser integral, formado por alma, cuerpo, espíritu, emociones, deseos, aspiraciones, historia, esperanza, etc… Cierto es que somos una realidad que no podemos separar en sus distintos componentes. Sin embargo, aquí vamos a presentar 5 dimensiones: corporal, intelectual, emocional, laboral y espiritual.
La dimensión espiritual tiene un papel importante en la biografía de la persona. El conjunto de valores, criterios y creencias, de tipo humano y religioso, son fundamentales en la capacidad de organizar la vida. Es la que rige, maneja y construye el cuerpo, la mente, los afectos, las relaciones y nos revela lo más íntimo de la persona: sus ideales, sus creencias, sus metas, sus esperanzas, su estado de ánimo.
Nos revela incongruencias, entre…creencias y modo de vivir… valores y comportamiento… criterios y juicios de vida y sus decisiones.
Cuando la dimensión espiritual llega a cristalizar la profesión de un credo religioso y se da una relación con Dios, entonces, hablamos de una dimensión religiosa, que nos ayuda a armonizar toda la persona y nuestra vida cobra sentido.
Con Dios en nuestra vida, tenemos la capacidad de discernir su voluntad, actuar en consecuencia y llevar una vida plena y feliz.
“En otro tiempo, fuisteis tinieblas; pero, ahora, sois luz en el Señor. Vivid como hijos de la luz, pues el fruto de la luz consiste en todo tipo de bondad, justicia y verdad. No seáis insensatos; tratad de comprender cuál es la voluntad del Señor”. Ef.5, 8-10.
Pidamos al Espíritu Santo que, este año 2023, nos dé “el manjar sólido propio de adultos, para que, por costumbre, tengamos las facultades ejercitadas en el discerminiemto del bien y del mal; y que podamos aquilatar lo mejor y llegar limpios y sin tropiezo al Día de Cristo, cargados de los buenos frutos que vienen de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios”. Amén. Hb.5,14; Flp.1,10.11.