5 de julio de 2024

Apostando

Algunas preguntas que me llegaron hoy, de bote pronto… 

¿Eres una persona de fe? 

¿Cuántas veces tenemos que poner a prueba nuestra fe, apostándole

¿Será que no nos queda de otra? 

Es complicado, a veces, entender el famoso “para qué” de las cosas que nos suceden todos los días y que no apuntan hacia donde esperamos y más cuando se juntan varios “para qué”. Es evidente que la respuesta no se obtiene en ese mismo momento o de manera inmediata y que llega tiempo después; sin embargo, la espera puede resultar larga, desesperante y desesperanzadora, apostando siempre a que “los tiempos de Dios son perfectos”. 

Y es aquí donde la fe – y así lo creo – entra como bálsamo, para suavizar y acompañarnos en este coctel de emociones inciertas. Se dice fácil, pero ¿dónde se adquiere, compra, busca o apuesta? 

En principio, la fe se pide, algo así de sencillo, como lo hacemos todos los días, cuando rezamos, para pedir por cualquier otra intención.  

Creo que es un buen comienzo pedir carretadas de fe. ¿Por qué no? Para que nos inunde el cielo de ese bálsamo que nos llena de esperanza, de paz, de inspiración, para poder seguir adelante en ese camino que vemos cuesta arriba, inclinado, empedrado, pero que, con fe, se percibe más plano, recto y que, incluso, nos permite ver lo que está adelante. 

Encendamos una vela – la de la fe – literalmente, pidamos y observemos cómo no se apaga. Esta puede ser una buena manera de entender y materializar cómo resiste, cómo trabaja y cómo no se rinde. Encender otra, si es necesario, pero no permitir que nunca se desvanezca la flama. 

Entonces, sí queda de otra… 

Deja un comentario