8 de julio de 2024

Un niño que nos da vida y alegría

Al llegar el último mes del año, llegan los signos que nos ponen en el vaivén de las emociones y reflexiones, que nos hacen ver el final del tiempo y las novedades que nos aguardan, las luces, adornos y tonos festivos que saturan el ambiente, que nos motivan a compartir regalos suntuosos y hacer ver a la gente que queremos lo mucho que nos importa. 

Más, también, nos distrae del dolor y pena que nos causan aquellos que han sido lastimados por el abandono, la pobreza y el descuido, que los aparta de los festejos y regalos que nos compartimos, pues ellos no son importantes, ellos no nos pueden favorecer, porque ellos no tienen un valor social que requerimos.  

Una vez, en el momento preciso, en el lugar preciso, una joven mujer trajo el motivo de la alegría del mundo. No era un gran heredero, tampoco venia de un linaje de reyes, ni de grandes sacerdotes; sin embargo, era el auténtico heredero de todo lo creado, ¡era el Hijo de Dios y era el signo sacerdotal más perfecto de toda la historia! María era la joven mujer a la que, un día, Dios le mando un aviso con la gran noticia, por medio de Gabriel el arcángel. María, con todo coraje y valentía, acepto, aún con el riesgo que traía tan fuerte decisión; José, su prometido, dudó, pero el ángel también a él lo instruyó.  

Diciembre mes de emociones que, como el badajo de una campana, van y vienen, la alegría de una Navidad, con los nueve días de posadas, la emoción y adorno con que esperamos la llegada de Dios, hecho niño, de nuevo a nuestras vidas; el final de un año y nuestros resúmenes, en los que evaluamos la realidad que construimos. 

Vemos el efecto de nuestras decisiones, la alegría, el dolor y daño que hemos causado. Por ello, es un momento de gracia y amor, en que Dios, como Padre, te invita al perdón, al cambio de rumbo y a amar de verdad a los que nos acompañan, sin importar lo pequeño o pobre que sea, ni lo importante y poderoso que sea; a todos, tratarlos como lo que son en verdad, hijos de Dios, como lo eres tú. 

Una Navidad de encuentro, de verdad y de cercanía. 

Deja un comentario