1 de julio de 2024

Vaticano Jesús ha nacido 

El Papa Francisco nos dice, en la noche, resplandece una luz. Un ángel aparece, la gloria del Señor envuelve a los pastores y, finalmente, llega el anuncio esperado durante siglos: «Hoy […] les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor» (Lc 2,11). El ángel indica a los pastores cómo encontrar a Dios, que ha venido a la tierra: «Y esta será la señal para ustedes: encontrarán a un niño recién nacido, envuelto en pañales y acostado en un pesebre» (v.12). Este es el signo: un niño en la dura pobreza de un pesebre. No hay más luces, ni resplandores, ni coros de ángeles. Sólo un niño, como había preanunciado Isaías (Is 9,5). El Evangelio narra el nacimiento de Jesús: el emperador César Augusto ordenó realizar un censo; nos lleva a Belén, donde no hay nada grande, solo un niño pobre, envuelto en pañales, con unos pastores a su alrededor y, allí, está Dios, que no cabalga en la grandeza, sino que desciende en la pequeñez, en el camino que eligió para llegar a nosotros, para tocarnos el corazón, para salvarnos. 

Contemplemos al Niño, dejémonos impresionar por aquel que abraza al universo y necesita que lo sostengan en brazos. El que ha hecho el sol, necesita ser arropado, mimado. El amor infinito tiene un corazón minúsculo, que emite ligeros latidos. La Palabra eterna es infante, incapaz de hablar. El Pan de vida debe ser alimentado. El Creador del mundo no tiene hogar. Hoy, todo se invierte… 

Este es el desafío de Navidad, los hombres no lo entienden. Él se hace pequeño a los ojos del mundo y nosotros seguimos buscando la grandeza. El Altísimo indica la humildad y nosotros pretendemos brillar. Dios va en busca de los pastores, de los invisibles; nosotros buscamos hacernos notar. Jesús nace para servir y nosotros pasamos los años persiguiendo el éxito. Dios no busca fuerza y poder, pide ternura y pequeñez interior. 

Jesús nace allí, cerca de los olvidados, de las periferias. Viene donde la dignidad del hombre es puesta a prueba, a ennoblecer a los excluidos, y se revela, sobre todo, a ellos; también, están los eruditos y los ricos, los magos. Todo se recompone, cuando en el centro está Jesús, volvamos a lo esencial de la fe, al primer amor, a la adoración y a la caridad. Jesús está a nuestro lado cuando nos sentimos débiles, frágiles, incapaces, fracasados y nos dice: “Te amo tal como eres, estoy aquí para ti y solo te pido que confíes en mí y me abras el corazón”. 

El Papa nos invita a pedirle a Jesús la gracia de la pequeñez, para valorar y redescubrir las pequeñas cosas de la vida, Él quiere habitar las realidades cotidianas, los gestos sencillos que realizamos en casa, en la familia, en la escuela, en el trabajo.  

Desde esta noche, la Luz de Jesús resplandece en el mundo y nos da esperanza 

https://www.vatican.va/content/francesco/es/homilies/2021/documents/20211224-omelia-natale.html

Deja un comentario