1 de julio de 2024

El Peregrinar de María y José

Hemos llegado a esta fecha nuevamente, en la que acompañamos a María y José en su peregrinar, pero ¿qué podemos aprender de su recorrido? La invitación que nos hace la podemos llevar a nuestra vida. 

El año pasado, se realizó una pequeña pastorela en la parroquia. Una dulce joven representaba a María y estaba embarazada. Llegó el momento de pedir posada y, al entrar poco a poco en la iglesia, recuerdo que me comentó: no entiendo por qué no los dejaban entrar, no habían hecho nada, me dio tanta tristeza eso. 

Y es que el peregrinar de María y José no fue nada fácil, experimentaron el rechazo, por ser de fuera, por no abrir el corazón al peregrino que llega… En Navidad, encontramos esta bella invitación: abrir el corazón, pero también poder mantenerlo así durante todo el año; a peregrinar con fe, para poder sobrellevar lo que encontremos en el camino. 

El Papa Francisco, en una misa de Navidad, sugería tomarnos un tiempo, olvidar un poco el arreglo, la cena, detenernos e imaginarnos cómo viajaban los peregrinos: el cansancio, el camino, la alegría; después, el ansia por encontrar un lugar dónde poder descansar, la preocupación, el rechazo… y terminaba con una pregunta: ¿Vamos a acogerlo o también lo vamos a rechazar? 

Es el mismo Dios, quien sale al encuentro, mostrando su identidad como ser humano a través de Jesús. Dios nos recuerda que Él es el camino, la verdad y la vida. 

Todos somos peregrinos en este recorrido de la vida, estamos llamados a vivirla. En ocasiones, nos tocará a nosotros ser quienes acojan a este peregrino cansado, buscando un momento de descanso, algo de alimento, alguien que pueda darle un cobijo del sol, de la lluvia, del frío.  

En este tiempo, tratemos de entrar en la verdadera Navidad, en la que Jesús quiere que abramos nuestro corazón y le permitamos nacer en Él. El mejor pesebre siempre será nuestro corazón. 

Hay que peregrinar al pesebre de nuestro corazón, en donde nacerá ese pequeño niño, que traerá amor en su máxima expresión. Ese pequeño niño que le da un lugar a todos, sin dejar a nadie fuera. No nos promete un camino ancho, lleno de comodidades, pero sí nos asegura que Él estará con nosotros, no estaremos solos. 

¡Te deseo un buen camino peregrino y una feliz Navidad! 

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