8 de julio de 2024

Encuentro Personal con Dios Cadena de amor: La pobreza 

Estimado lector, voy a continuar presentando la Cadena de Amor, que le dictara Jesús, a Conchita Cabrera de Armida, para hacer vida la Espiritualidad de la Cruz. Avancemos con la quinta regla: La pobreza. Jesús dijo: “Si quieres ser perfecto, ve a vender todo lo que tienes y dáselo a los pobres; así tendrás un tesoro en los cielos. Luego, ven y sígueme.” Al leer esta y muchas otras veces en que Jesús cita la pobreza en los Evangelios, nos damos cuenta del desapego que sentía por los bienes materiales. En el mundo, cuánto trabajo nos cuesta soltar la comodidad o el confort de nuestras vidas.  

Analicemos, Jesús nace en un pobre pesebre, vive en una pequeña aldea, se gana la vida con el sudor de su frente, realizando un trabajo digno, no tuvo, ni siquiera, una casa propia, entregaba su vida y su tiempo al servicio de los otros, comparte todo lo que tiene, le arrancaron sus ropas y muere desnudo en la cruz. Viendo en perspectiva, quizás lo más importante de su pobreza es que le brindó la libertad para comprender, compadecerse y ser misericordioso con los hombres, quienes, por nuestra naturaleza y fragilidad, buscamos las seguridades que nos brindan los bienes materiales y nos apegamos a ellos.  

El P. Carlos Vera, M.Sp.S, (2019) nos explica que la pobreza “es el desapego de la posesión terrena y la confianza en la adquisición del tesoro del cielo. Es sinónimo de humildad y confianza en Dios… el abandono filial en la Providencia…”  Al leer sus palabras, nos damos cuenta de cuán importante es la vivencia de la humildad. Como recordarás, es la primera regla y el cimiento para crecer en todas las demás. Si contamos con la virtud de la humildad, podemos trabajar en otras, como son la obediencia, el desapego, para devolver al Señor todo cuanto he recibido, entregarme por completo a su servicio, despojarme de todo por amor al Señor, para revestirme, únicamente, de Jesús.  

Cuánta paz nos da el desapego de los bienes mundanos, soltar para apreciar únicamente lo valioso ante los ojos de Dios. Si le presento mis manos vacías, Él las llenará de gracias, pues, quien tiene al Señor lo tiene todo, no necesitamos más.  

Finalmente, cuestionémonos ¿Cómo describo mi relación con los bienes materiales? ¿Cuáles son mis actitudes ante mis seres queridos? ¿Los controlo, los domino, me impongo ante ellos? ¿Qué necesito hacer para avanzar en mi vida hacia la virtud de la pobreza?  

Referencias:  

Vera, C. (2019). Vivir la Cadena de Amor. México: Publicaciones CIDEC 

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