8 de julio de 2024

Editorial Noviembre

Leyendo las páginas de nuestro número de noviembre, la participación y los aportes especiales de muchas mujeres, así en nuestras ediciones como en la parroquia y el mundo, me han hecho volver la mirada sobre aquella joven en la que Dios posara su mirada. Nadie como María para acompañar las últimas semanas del año. 

También preparándose para dar a luz en torno a la Navidad, Aurora feligresa de nuestra parroquia, al preguntarle por esta etapa final de su embarazo, me compartía: “tengo sentimientos encontrados, esperanza y alegría por la próxima llegada de este pequeño a quien anhelamos tanto tener ya con nosotros, a la vez que inquietud y temor por su salud y bienestar durante el parto y los primeros días”.  

María meditaría cómo proteger y velar por Jesús …muchos meses habían pasado desde aquel encuentro angelical, y la única certeza que restaba de aquella visión, se movía en su abultado vientre. Las palabras de consuelo recibidas de su prima “se cumplirá del Señor cuanto te ha prometido” eran, junto con aquella criaturita en su vientre, testigos de que Dios estaba con ella. 

María, como las mujeres de su entorno, de poco o ningún reconocimiento gozaban… José, su marido, era seguramente el único varón de quien podría fiarse. María Milo nos invita a repensar cuáles están siendo las actitudes sobre la dignidad de la mujer hoy día, “Nos   están   vendiendo   la   idea   de   tomar   las   riendas   de   nuestra   vida   y nuestro cuerpo, a través de discursos disfrazados…” 

Otra jovencita, Amaya, no mucho mayor que la jovencita de Nazareth, con apertura nos comparte sus inquietudes y su vivencia abordadas por el ChitChat Juvenil sobre la realidad femenina dentro de la Iglesia, y cómo subsisten  ciertos estereotipos a propósito de la dignidad y aportación de la mujer al servicio de Dios: “ la mujer tiene un papel y una misión sumamente importante y relevante en la Iglesia, el problema es que no es lo suficientemente valorada por la sociedad…” señala. 

Sonia Villaseñor a propósito de la modestia de María desvela el rostro poderoso de la Madre de Dios, afanada por su familia en medio de pesadas faenas cotidianas “fregando pisos, cocinando, lavando y, como en todo hogar, amándose, cuidándose y procurándose entre los tres.” 

María, la mujer, la madre, nos lleve junto a sí, dejemos que nos tenga en su seno lleno de Gracia mientras llega el momento en que seamos dados a luz en Cristo, la humanidad nueva. 

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