8 de julio de 2024

Respuestas de amor a Dios

Orar, siempre orar

Resumen:  La oración es un combate donde perseveramos en la súplica humilde ante Dios nuestro Señor para pedirle su bendición. Sigamos el ejemplo de Jacob en el Antiguo Testamento, y el ejemplo de la mujer pagana que pide la ayuda de Jesús en el evangelio de San Marcos. 

Fuera de Galilea, el Señor estaba hablando a sus discípulos (Mc 7), ahí se encuentra a una mujer pagana cuya hija estaba poseída por un demonio. La mujer pide con desesperación a Jesús le ayude, pero Él no responde nada.  

Ante la insistencia de sus discípulos, quienes están muy sorprendidos por la actitud del Maestro, Jesús responde que sólo ha sido enviado a las ovejas de Israel. ¡Oh sorpresa para ellos! ¿Qué no les había enseñado constantemente su preocupación por las almas? La escena es impactante, pues aquella madre, lejos de acobardarse, se postra ante Jesús, le insiste y le pide ayuda de nuevo. ¡Todos pensaban que Jesús la atendería! 

Pero no es así, al contrario, Él dice solemnemente: “No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos” (Mc 7, 24-30). Ella responde humildemente y mostrando su fe: “Tienes razón, Señor, pero también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de los amos”. Este es el momento culminante de la escena, pues vemos que Jesús entiende que la mujer confía plenamente en su bondad; ¡ella sabe que Jesús es misericordioso! 

La enseñanza de nuestro Señor es clara: A través de ella, Jesús abre la mente de los apóstoles para mostrar que los paganos también están abiertos a la fe en Jesús. Esta enseñanza abrirá la evangelización a los pueblos no judíos. Jesús le dirá a ella: “Mujer qué grande es tu fe”, y accederá a su petición. ¡Ella, con su fe, ha arrancado de Jesús su bendición! 

Este pasaje del evangelio nos recuerda, en cierto modo, la lucha que hubo entre Jacob y Dios, en la que Jacob también obtuvo la bendición divina (Gen 32, 23-32) y nos remite al combate en el que la oración, de manera análoga, nos recuerda la lucha de fe, amor y esperanza que hay en ella. Es el lugar donde vemos el rostro de Dios, donde luchamos junto a Dios y donde el Señor nos acompaña. 

Así entonces, cuando la vida aprieta hemos de intensificar con perseverancia, el combate con la oración orando con profunda fe. No dejemos de rezar para pedirle a Dios nuestro Señor su bendición. No te desanimes, a Dios le gusta platicar con nosotros en la oración, le gusta que lo busquemos, aun cuando parezca que no nos escucha, Él está ahí. 

  Apoyo en línea:    https://www.youtube.com/watch?v=HHf0q7O57U4 

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