5 de julio de 2024

Aprender del otoño

Este mes, damos inicio a una de las estaciones del año, que suele ser mi favorita, y de la cual podemos aprender mucho, sobre todo cuando hablamos de cambios. En nuestra vida, pasamos por una serie de cambios físicos, emocionales y otros, que llegan de pronto, de forma inesperada. 

Cuando observo los árboles, en especial en esta estación, parecería que, por un momento, perdieran su color, se tornaran un poco secos, las hojas se caen y cambian de color a uno más rojizo o amarillo, se ven frágiles, indicando que esa etapa ha terminado. Llegará otra, pero, antes de eso, el árbol deberá pasar por esa transformación que, muchas veces, no nos gusta. 

El otoño nos recuerda la importancia de soltar. Las hojas caen, se sueltan de las ramas de los árboles y han cumplido su función. Si no lo hicieran, no podrían dejar que otras nazcan. Así pasa, a veces, con alguna de nuestras relaciones, ya sea laborales, de amistad, de pareja. Aunque, a veces, pueda ser doloroso es importante, en la vida, reconocer cuando algo ha llegado a su tiempo. 

Esto me recuerda el pasaje de la transfiguración, cuando Pedro le dice a Jesús que se queden ahí, en donde están cómodos, en donde están bien y Jesús, sabiendo lo que le esperaba, decide enfrentar el camino. A veces, puede haber miedo ante la incertidumbre que produce todo cambio, pero nos invita a prepararnos, estar atentos, a no quedarnos en lo cómodo, en lo que ya conocemos, sino enfrentar la vida.  

Hoy, es muy notorio. Con la edad, parece que todos quisiéramos detener el tiempo, cuando debería ser signo de madurez en nuestra vida. Recuerdo a mi abuelita que me decía, “mis arrugas me recuerdan todo lo que he reído y vivido”. Vivir la vida, enfrentando todo lo que viene, confiando en Dios, en uno mismo y comprendiendo que son etapas, que todo pasa, lo bueno y lo malo. Aceptemos que, en algún momento, todos debemos pasar por las cuatro estaciones, la del color, la del descanso, la del cambio, la del frio. 

Que el otoño nos ayude a soltar lo que ya no necesitamos, a reforzar nuestro interior, a agradecer. Qué importante es reconocer el tiempo que ese amigo estuvo presente, lo que mi pareja me ayudó a descubrir, el trabajo que me ayudó a desarrollarme, la enfermedad que me ayuda a valorar la salud y lo que esa arruguita o cana significan. 

Estamos en constante cambio, preparémonos para ser la mejor versión de nosotros mismos. No somos los mismos de hace un año, ni de hace unos meses, ni de hace una semana, tenemos la posibilidad de renovarnos, siempre, en la vida.  

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