5 de julio de 2024

Santa Clara de Asís

Una vida transparente 

En un tiempo en que pareciera que se busca la comodidad, la forma fácil de obtener las cosas gracias a la tecnología, resulta impensable, para muchos, que alguien quiera incomodarse a propósito, desprenderse de algo que le facilita la vida y buscar una riqueza que no se alcanza con dinero ni posición. 

Santa Clara de Asís nació, en Italia, en medio de una familia acomodada, lo que quiere decir que estaba acostumbrada a las comodidades y a ser servida. Pero encontró la perla en el campo y lo dejó todo para ir por ese tesoro.  

Clara no solo hacía un acto de humildad, sino que reconocía al mismo Cristo en cada persona. Ella servía la mesa, atendía a los enfermos, lavaba platos y, con todos, era una persona llena de comprensión y misericordia. 

Por su cercanía a San Francisco, Santa Clara reflejaba una imagen maternal sobre toda la familia Franciscana, frailes y la orden de mujeres, llamadas ahora Clarisas. Por esa relación con sus hermanos y hermanas, es considerada hermana y madre.  

En la clausura, Clara vivió íntimamente con Jesús. 

Una de las claves del camino contemplativo de Clara es la mirada: el solo hecho, o acto de mirar, ya es un despertar, un darse cuenta. Mirar nos da una orientación; lo que sostiene el camino entre el punto de partida y la meta es la mirada. Es  sostener la mirada, la permanencia de la mirada en Jesús. Clara va a insistir mucho, y de muchas maneras, en este “acto de mirar”. Habla de centrar la mirada: “fija tu alma, tu mente, tu corazón”. 

Donde pongo mi atención, pongo mi energía. “Y, donde está tu tesoro, está tu corazón”. La atención nos ayuda a redireccionar nuestra mirada al centro, hacia la luz que nos habita. Nos salva de la dispersión, de “gastar” energía y tiempo. “Mira atentamente la pobreza: el despojo, el paso ligero, el no quedar pegados; son consecuencias en la vida de mirar a Jesús pobre. Como somos en la vida, somos en la oración.  

Clara falleció, el 11 de agosto. Peregrinos de todas partes, incluido el Papa, vinieron a despedirse. Todos proclamaban su santidad. Ella, en su testamento, solo les pidió a sus hermanas que se amasen: “Ese amor, manifestadlo hacia afuera con actos” y, así, continúan haciéndolo sus hermanas clarisas y es una invitación también para nosotros. 

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