8 de julio de 2024

Escuchar la voz de Dios

Mirar hacia lo alto

Queridos hermanos, alguna vez se han preguntado, ¿podemos escuchar la voz de Dios? Es más, si nos disponemos para escucharla, caminaremos por el sendero de la vida, evitando errores que nos quitan la paz y seremos realmente dichosos. En las primeras comunidades apostólicas, era normal y frecuente decir: “el Espíritu me dijo”, “el Espíritu me inspiró”, etc…

Sin embargo, a Dios no se le escucha como quien me habla y oigo una voz, eso sería esquizofrenia. Para escuchar su voz, necesitamos una experiencia personal con Dios, para estar atentos y reconocer los distintos canales por donde Dios habla a todos: la Biblia, el consejo de las personas, los acontecimientos de la vida.

Dios se hace escuchar en distintas formas y canales. Una de ellas es a través de Su Palabra: “El Espíritu le dijo a Felipe, acércate a ese carro…” Hch.8, 29; “Le dijo el Espíritu: ahí, tienes unos hombres que te buscan…” Hch.10,19; “El Espíritu me dijo que fuera con ellos, sin plantearme dudas…” Hch.11,12; “El Espíritu Santo me asegura que…” Hch.20,23. ¡Ven, hermano, Dios nos habla!

Dios nos habla a través de su palabra, que encontramos en las Escrituras. Por eso, hay que dedicar tiempo para leer, releer y meditar la Biblia. Otro medio de comunicación es la comunidad. La comunidad es el conjunto de personas que se reunen para compartir la vida, poniendo como centro y faro a Dios. Lo bonito de la comunidad es que te confronta, te acompaña, te rodea en los problemas y te levanta, por medio de la oración de intercesión. Cuando, en comunidad, se vive lo que Dios pide en su palabra, las dificultades de la vida son más llevaderas.

Otra forma de escuchar la voz de Dios son las inspiraciones personales interiores, que solo logra quien tiene una relación profunda, constante e insistente con su creador. La voz de Dios viene, siempre, de nuestro interior, es algo que brota de lo más íntimo de nosotros, es ese lugar a donde solo Dios puede llegar. Y, para esto, necesitamos habituarnos en hacer silencio. Tan solo el que sabe hacer silencio interior y se aparta habitualmente para orar; quien logra salirse un ratito de su rutina, de su vida familiar, podrá escuchar la voz de Dios y vivir alegre, feliz y en paz.

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