8 de julio de 2024

El primer y el último abrazo

Hay, sin duda, primeros abrazos que nos marcan para siempre. Aunque no los podamos recordar, sabemos que existieron y que fueron parte muy importante en nuestros primeros momentos de vida. 

 Qué tal ese primer abrazo que recibimos de mamá, a los pocos minutos de nacer, y que nos llenó de paz, amor, tranquilidad y armonía; o ese primer abrazo de papá, que nos hizo sentir protegidos y amados; o esos abrazos de los abuelos, hermanos o tíos, que nos hicieron sentir bienvenidos a nuestra familia y a un nuevo mundo por descubrir. Seguramente que no recordamos esos abrazos, pero, sin explicación mayor, los llevamos muy presentes en nuestro corazón y nos siguen impulsando a vivir la vida con alegría, sabiéndonos amados.  

También, existe ese primer abrazo que siempre podremos recordar con entusiasmo e ilusión. En mí, está el primer abrazo a mi pareja, el primer abrazo a cada una de mis hijas, el primer abrazo a mi nieto recién nacido y el primer abrazo post pandemia, que pude recibir y pude dar. 

Y, sí, también están presentes en nuestras vidas esos últimos abrazos que quisiéramos eternizar y en los que nos gustaría quedarnos a vivir; sin embargo, por mucho que dure ese abrazo, no durará lo suficiente, ya sea porque al darlo estábamos conscientes de que sería el último o porque, al recordarlo, nos abruma el pensamiento de saber que fue el último que logramos o pudimos dar a ese ser querido que ya no está más con nosotros. 

Sea en el orden que sea, los abrazos incesantemente estarán presentes en nuestras vidas, ya que, a través de ellos, viaja el amor que sentimos por quien abrazamos y nos abraza, además de que, siempre, serán el refugio cálido que nos resguarde. No dejes de abrazar y de entregar todo en ello y disponte a recibir lo mejor cuando te abracen. 

Deja un comentario