8 de julio de 2024

Yo si le voy, le voy a la vida

En mi vida había puesto pie en una marcha. Eso es mucho que decir, cuando eres estudiante de la UNAM. Tampoco me había decidido a tomar o compartir mi posición sobre el aborto, decir que eres la única pro-vida, rodeada de muchas amigas decididas a legalizar el aborto, no es algo fácil.  

Sin embargo, el pasado 7 de mayo, decidí presentarme en la marcha organizada por pasos por la vida. Las emociones se contagian, como en un estadio de fútbol en la semifinal de dos equipos favoritos. Podría describir muchas cosas que pasaron en la marcha, pero la más significativa fue la frase “yo si le voy, le voy a la vida”.  

Discutir con tus amigas que eres pro-vida es algo que, fácil, puede tomar meses o años, ya que yo no entendía por completo la posición pro-vida hasta ese día. 

La frase “yo si le voy, le voy a la vida” cobra un mayor sentido, cuando ves que aquellos odiados por luchar contra el aborto, no solamente están luchando por no legalizar el aborto, están luchando porque tú, mujer, tengas más opciones y ayuda antes de un embarazo no deseado. Los dichosos “pro-vida” no tienen como objetivo que tengas como obligación ser madre, sino que conozcas la dicha de serlo sin tener que preocuparte por las desigualdades económicas, de género, educativas, que este país tiene para todos, pero, principalmente, para la mujer.  

Las mujeres pro-aborto buscan una maternidad deseada, imagínate su sorpresa si comprendieran que los pro-vida buscan lo mismo, sin tener que acabar con la vida de alguien más. Los pro-vida buscan que no solo conserves una sola vida, sino que conserves dos, teniendo las oportunidades necesarias para que esa maternidad que no buscabas sea una dicha completa. Los pro-vida buscan que entiendas que no estás sola, pues, desde el momento de la concepción, siempre estarás acompañada. 

Los pro-vida buscan conservar la vida en todos los sentidos, dándole, a la mujer que ha sufrido una violacion y ha quedado embarazada, los recursos necesarios; a la mujer que no buscaba ser madre, la compresión de la alegría de serlo; a la mujer que su marido se ha ido, la fortaleza para sacar a su familia adelante; y la dignidad a toda mujer, pues, dentro de toda la creación humana, tuvo la bendición de generar nueva vida.  

“Tomó a Dios seis días, un paraíso, un Edén 

Y el esplandor de la creación en este planeta 

Y, después de haber hecho al hombre, 

Miró y vio que, aun así, su obra estaba incompleta 

¿Cómo? Árboles, cielo, mar, las aves y las bestias, ¡¿incompleta?! 

Mas, sin molestias, el Creador cerraría sin mucha modestia 

Y, como gran cierre, punto final 

Pondría un gran signo de exclamación 

La plataforma del Edén, las luces, las estrellas y la audiencia, toda la creación 

Y durmió al hombre y tomó un hueso 

No de su brazo, o de su cuello, ni su talón 

Sino de sus costillas, el hueso más cercano a su corazón 

Y, mientras Adán dormía, 

El mismo dedo de Dios creó su obra más codiciada 

Su obra más fuerte y, aun así, la más delicada 

Capaz de ser frágil como un recién nacido en sollozo 

Y, a la vez, capaz de derretir al rey más poderoso 

La hizo sensible, emocional 

Hermosa como playa, pero fuerte como ola 

Y, si es necesario, capaz de mantener una familia sola 

La creación fue completada 

No con el cielo, no con el mar, basta con ver 

Que la creación fue completada contigo, mujer” 

-Canción: Princesas sin Corona 

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