8 de julio de 2024

Sobre las famosas creencias…

Últimamente, observo y experimento situaciones propias y de la gente que me rodea y, automáticamente, se dibuja en mi mente un signo de interrogación: Pero, ¿qué está diciendo? ¿Qué está pensando? ¿Por qué cree en esas cosas?

Y me viene a la cabeza el tema que abordo en este artículo y que trata de las creencias; en particular, aquellas imprudentes que estorban y se interponen, las que nos meten el pie, las que escuchamos en algún momento o de alguna persona y las aprendimos e incorporamos a nuestra vida: hoy, las repetimos, las enseñamos a nuestros hijos y, probablemente, nos conducen a la auto-descalificación, nos desmotivan y, al final, no cumplen con su cometido.

Y, sí, hoy en día, se definen como pensamientos construidos a través de la experiencia, que hacen interpretar la realidad de una manera que limita nuestro crecimiento personal (creencias limitantes).

De aquí la reflexión: ¿Qué creencia incómoda te gustaría dejar atrás para poder tirar esa carga y avanzar? Todos tenemos una en especial o varias…

Por ejemplo, he creído, durante mucho tiempo, que todo lo desafortunado que puede llegar a sucedernos es producto de las decisiones que tomamos, buenas o malas.

Si bien, y sin afán de disculpa, existe una parte de verdad, revisar el contexto es siempre importante: circunstancias, tiempo, madurez, entre otros.

Y entonces, para soltar esta y muchas otras, he decidido voltear a ver lo que me sugiere el Papa Francisco, siguiendo algunas de las frases de esperanza que nos comparte todos los días:

“La vida es un viaje, cuando paramos, las cosas no salen bien”.

“Un árbol que cae hace más ruido que un bosque que crece”.

“Dios es el que nos brinda el valor para navegar contra la corriente”.

“Los que aman con todo su ser, aún llenos de debilidades y límites, son los que vuelan con ligereza, libres de influencias y presiones”.

De las que extraigo y me quedo con palabras positivas como: no parar, crecer, valor, amar, volar y libertad.

Hoy, tenemos la fortuna de elegir y decidir cómo podemos resignificar todo lo que nos sucede, para avanzar, crecer, construir y dejar atrás las creencias inoportunas que insisten en quedarse. ¡Sí se puede!

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