5 de julio de 2024

Jesús nos llama a buscar su rostro

La huella de lo vivido, desde hace dos años atrás, todavía se deja sentir. Tenemos nuevos retos, entre ellos, superar el temor que ha producido la conciencia de nuestra vulnerabilidad. Quisiéramos regresar a “como éramos antes”, pero tampoco estamos tan seguros. 

Sabemos que hemos de hacer algunos cambios en el aspecto material. Los anhelos de nuestro corazón y de nuestro ser más profundo se han hecho más evidentes: ¿dónde tenemos puesta nuestra confianza? ¿Hemos volteado a mirar al otro?  

Las relaciones humanas, a través de nuestra vida, forman una parte de nuestra identidad, son las experiencias que nos constituyen como seres sociales. He ahí lo importante de recordar cómo relacionarnos con el prójimo, después de esta pandemia. Muchos anhelamos regresar a conectarnos de manera más humana. Es verdad, la tecnología nos ayudó muchísimo a librar todo aquello que significaba el peligro del contagio, pero, detrás de la tecnología, hay un nombre, hay un rostro. 

Es necesario, urgente – diría yo – la búsqueda de esos rostros detrás de la tecnología, que ha llenado de ruido la comunicación entre nosotros. No permitamos que surja una nueva torre de Babel que nos separe. La incomunicación es no mirar al otro a la cara; olvidar la identidad del otro, al tiempo que olvidamos y nos vaciamos de nuestra propia identidad. 

No podemos dejar de mirar la realidad con los demás, todos nos aportan, dejemos el individualismo. Digamos adiós a vivir encerrados en la burbuja de la comodidad, la pereza y la desconfianza: ¡somos seres sociales! Tomemos conciencia de la riqueza que somos unos para otros. La tecnología es un medio al servicio nuestro, quien debe estar al centro es la persona. 

La manera en la que el ser humano colabora con Dios, en la construcción del mundo (Génesis 2, 18-20), es poniendo nombre a las cosas, entrar en contacto con la realidad: llamar por su nombre a las personas y relacionarse con ellas, buscar el rostro del otro y comunicarse y encontrarse con Él, de manera viva. 

Necesitamos cambiar la mirada sobre el mundo y la realidad, interactuando con ellos y no que lo virtual nos haga cambiar a nosotros. Tenemos que salir del ensimismamiento de las pantallas. Mirar la realidad en un contacto directo con ella, no a través de lo virtual, de la apariencia. 

Y aquí es donde hemos de recordar que somos hijos de Dios y conocemos Su rostro en el rostro de Cristo Jesús, en quien podemos confiar.  Dios mismo es el primero en querer buscar un encuentro con nosotros en su revelación. En medio de esta pandemia, ¿hemos puesto nuestra confianza en Él? ¿Hemos buscado Su rostro? (Jn 14, 6) (2Tim 1, 12). 

Busquemos el rostro de Cristo en el Evangelio, el mismo rostro de Jesús Eucaristía y el rostro de Cristo en nuestros hermanos. A Nuestro Señor, lo conocemos en el encuentro, experimentando una relación persona a persona. Subrayemos la riqueza de la asamblea al acudir a la Celebración Eucarística, todos los bautizados somos Iglesia, la Iglesia nos necesita, “Buscad al Señor y su fortaleza; buscad su rostro continuamente” (Sal 105, 4). 

Para ilustrar este artículo, te dejo un poema de Gabriela Mistral (Chile), premio Nobel de Literatura, 1945.  

¡De qué quiere usted la imagen? Preguntó el imaginero:  

Tenemos santos de pino, 

Hay imágenes de yeso, 

Mire este Cristo yacente, 

Madera de puro cedro, 

Depende de quién la encarga, 

Una familia o un templo, 

O si el único objetivo 

Es ponerla en un museo. 

Déjeme, pues, que le explique, 

Lo que de verdad deseo. 

Yo necesito una imagen 

De Jesús, El Galileo, 

Que refleje su fracaso 

Intentando un mundo nuevo, 

Que conmueva las conciencias 

Y cambie los pensamientos, 

Yo no la quiero encerrada 

En iglesias y conventos. 

Ni en casa de una familia 

Para presidir sus rezos, 

No es para llevarla en andas 

Cargada por costaleros, 

Yo quiero una imagen viva 

De un Jesús Hombre sufriendo, 

Que ilumine a quien la mire 

El corazón y el cerebro. 

Que den ganas de bajarlo 

De su cruz y del tormento, 

Y quien contemple esa imagen 

No quede mirando un muerto, 

Ni que con ojos de artista 

Solo contemple un objeto, 

Ante el que exclame admirado 

¡Qué torturado más bello! 

Perdóneme si le digo, 

Responde el imaginero, 

Que aquí no hallará seguro 

La imagen del Nazareno. 

Vaya a buscarla en las calles 

Entre las gentes sin techo, 

En hospicios y hospitales 

Donde haya gente muriendo 

En los centros de acogida 

En que abandonan a viejos, 

En el pueblo marginado, 

Entre los niños hambrientos, 

En mujeres maltratadas, 

En personas sin empleo. 

Pero la imagen de Cristo 

No la busque en los museos, 

No la busque en las estatuas, 

En los altares y templos. 

Ni siga en las procesiones 

Los pasos del Nazareno, 

No la busque de madera, 

De bronce de piedra o yeso, 

¡mejor busque entre los pobres 

Su imagen de carne y hueso! 

_»Gabriela Mistral» 

Adicionalmente, te recomiendo este libro: La ruta del encuentro, José Ángel Agejas. Universidad Francisco de Vitoria, Madrid. 2013 ISBN 9788415423201 

Sugerencias de ilustración:   Marko Iván Rupnik, es un sacerdote católicojesuita, artista, teólogo y escritor que se ha hecho famoso como mosaista de numerosas iglesias, como en la capilla Redemptoris Mater del Palacio Apostólico de la Ciudad del Vaticano, en la iglesia de San Giovanni Rotondo, los santuarios de Fátima y Lourdes, en la catedral de la Almudena de Madrid o en la capilla del obispado de Tenerife

https://www.google.com/search?q=rupnik+catedral+almudena&sxsrf=APq-WBvTMGYiRmYdyOZOtQEg-RFbk7o3og:1650488139774&tbm=isch&source=iu&ictx=1&vet=1&fir=dLsEkTigd50-FM%252CSMlMyCR-BuAnnM%252C_%253Bwcxn0u2Ztor8DM%252CatpTzRSLbeFBfM%252C_%253BbACvm90o8yTslM%252CyH_FlnDP2GmkTM%252C_%253BWr_gmXxvZ6ig4M%252CyuESX478aXs-OM%252C_%253B8LsRU-YfYYRncM%252CyuESX478aXs-OM%252C_%253BW-Ipwb_2Oi_2-M%252CloxcNpeDblYybM%252C_%253B1QfTgsmHrttg2M%252CP2ZCg0903PLvYM%252C_%253BF18Zn0_QLQ1tHM%252CI2Ue6Qoo6o_cKM%252C_%253Bh3ChbHLGOe1sNM%252CnOlwfC5NW2mYsM%252C_%253BzTbiyRJAeMNEfM%252CH_omsTyITfhJOM%252C_&usg=AI4_-kT7CvOnSu89QzdIuIpvtPYZ-SEr0g&sa=X&ved=2ahUKEwjSy5u6w6P3AhUpIUQIHZksAgUQ9QF6BAgDEAE#imgrc=LRicl0FamDRp4M&imgdii=zocuWENwIEWC6M

Me permito sugerir la siguiente imagen de Rupnik para ilustrar el artículo.  Es un mosaico de la Catedral de la Almudena en Madrid. 

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