5 de julio de 2024

Abrazar la Cruz

He escuchado mucho la frase “nadie sabe cuánto cree en Dios, hasta que experimenta un dolor extraordinario”. Sé a qué se refieren, a ese momento donde el dolor del mundo es tan grande que cualquier persona voltea al cielo y pide que, si hay alguien escuchándole, le ayude. 

Sé de qué hablan, porque mi vida me ha traído varios momentos como esos. Es más, si quiero ser totalmente sincera con el lector, en estos momentos, estoy atravesando por uno.  

Pero es aquí donde me gusta dar una perspectiva diferente, la frase habla sobre cómo el dolor te acerca a Dios, cosa que no puedo negar. Pero yo no creo que Dios provoque dolor para acercarte a Él, no, por lo que me gusta cambiar esa frase por esta otra: “nadie sabe cuánto cree en Dios hasta que, dentro de un dolor insoportable, encuentra un amor extraordinario”.  

Hace no mucho, me sentía mal, porque parecía que solo me quejaba y lloraba con Dios de lo que me ha estado pasando. Yo sabía que tenía muchas cosas por agradecer y, aun así, me centraba en aquella que me estaba lastimando. Me sentía mal, hasta que un sacerdote me dijo, “yo creo que buscas a quien amas, como una niña que busca a su madre, porque se ha raspado la rodilla y, con dolor, pide que la cure. Tú buscas a Dios, en estos momentos, porque estás buscando a quien amas y a quien te ama”.  

Mi angustia era grande, pero más grande era el amor que Dios tenía por darme. Es por eso que, cuando tenemos dolor, angustia, tristeza, escuchamos el consejo sabio que dice “abraza la cruz”, no específicamente pidiéndote que aceptes tu dolor y ni modo, no, sino pidiéndote que, ese dolor que sientes, lo compartas y le permitas a Él también cargarlo, pidiéndole, Señor, ya has muerto en la cruz por mí, pero, hoy, muerto en vida, te pido que cargues esto por mí, para que yo pueda volver a vivir.  

Y Dios es tan bueno que lo acepta y, al abrazarte de la cruz, te carga, acompaña y te llena de su infinito amor. 

Deja un comentario