5 de julio de 2024

Canonización y Beatificación: H. Alfonso Pérez Larios, M.Sp.S. (12) 102 ABRIL

Continuación… 

Previendo las labores del hermano Alfonso, el P. Félix le escribió una carta, el 7 de noviembre, llena de cariño paternal y que iba a ser como la norma de su conducta durante su estancia en la Ciudad Eterna: «Sí, sí, que Jesús lo bendiga y me lo haga muy santo. Su papel es el de la Santísima Virgen y el de San José en Nazaret, cuidando a Jesús, porque los “Misioneros Sacerdotes” deben ser otros Jesús. ¡Imite, pues, a María y a José! ¡Qué hermoso ideal, cada mañana, al despertar: Hoy, voy a reproducir, en mi alma, en mi voluntad, el alma santísima y la voluntad de María!». 

Esta labor de santificación la realizó Alfonso, en Roma, de noviembre de 1926 a noviembre de 1934, 8 años de alegría y trabajos, 8 años en que Alfonso se santificó en esa tierra de mártires y de santos. «A Roma, lo mandaron a trabajar… Visitó los museos, pero… su mundo fueron los trastos, el piso de la casa y los mercados donde vendían más barato» 

«Los cargos que tuvo allí fueron una imitación de lo que hizo la Virgen María y San José, con Jesús, en Nazaret: ropería, aseo de la casa, cocina, viajes para preparar las casas de vacaciones, visitas a los monumentos romanos e ir a ver, siempre que era posible, al Santo Padre para recibir su bendición apostólica. (…) Alfonso no habla todavía bien el italiano,, pero se da a entender. Se preocupa por comprar cosas útiles, en buen estado, pero al justo precio». 

A las generaciones siguientes de Misioneros del Espíritu Santo, hasta el presente, cuando cruzamos por Campo dei Fiori, se nos viene a la mente, casi sin quererlo, la figura del Hermano Alfonso. En todas partes, hay mendigos y, estos, en Roma, al ver la bondad del hermano, le pedían limosna y él se las daba siempre con generosidad. 

El P. Félix María Álvarez fue uno de los fundadores de la Casa de Roma, compañero del hermano Alfonso, y nos dice: «En sus largos y repetidos períodos de cocinero, ropero, despensero, atendía esmeradamente y en forma eficaz y constante, a la Comunidad y, de modo especial, a los Padres o estudiantes que, por su salud deficiente, necesitaban dietas o cuidados especiales, y era de ver el buen modo y liberalidad con que prestaba tales servicios. Se veía que el hermano se gozaba en la abundancia de los demás y que estaban muy lejos de él los sentimientos de una envidia ruin». 

Continuará… 

Deja un comentario