5 de julio de 2024

¿El tiempo pasa de prisa o vivimos la vida con rapidez?

¿Recuerdas cuando tuviste que permanecer mucho tiempo en tu casa y, si podías o debías salir, lo tenías que hacer con un tapaboca que te cubría la mitad de tu rostro?  

¿Y de que, cuando todo parecía reencontrar su nueva normalidad, nos fuimos a dormir una noche de febrero con la terrible noticia de que Rusia había iniciado una invasión a Ucrania, haciéndonos temer una escalada en el número de naciones involucradas y las muy lamentables consecuencias que ello podría traer para toda la humanidad?  

Seguramente que, cuando estés leyendo esto, muchas páginas se habrán escrito al respecto, porque el tiempo pasa de prisa o, tal vez, es que vivimos la vida con mucha rapidez.  

En mi infancia y adolescencia, las noticias del exterior nos llegaban, en el mejor de los casos, 24 horas después de ocurridas, cuando eran publicadas por los diarios o comentadas en alguno de los escasos noticieros de ese entonces.  

El servicio telefónico era muy costoso, así que, para comunicarnos con nuestros seres queridos de otra ciudad o país y saber de ellos, ocupábamos el servicio postal y debíamos esperar varios días para tener en nuestras manos su carta o que ellos recibieran la nuestra. 

El tiempo pasaba lento o así lo sentíamos; sin embargo, hoy, nos podemos enterar de las cosas en el mismo momento en que suceden. La tecnología ha logrado que nos veamos y podamos escuchar de inmediato a nuestros familiares o amigos, casi sin importar en dónde se encuentren.  

Los medios de comunicación han acortado las “distancias y los tiempos” y, tal vez, nos hemos acostumbrado a que todo sea rápido en nuestra forma de vivir; no sé si eso es bueno o malo, no pretendo calificarlo, solo le pido a Dios que jamás me quite la capacidad de asombro, ni mi disposición para disfrutar de una buena compañía y una comida saludable, ni dejar nunca de saberme un hijo amado de Él. 

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