5 de julio de 2024

El testamento de Conchita

«Moriré: no podré ya sufrir… 
Me faltarán las fuerzas para postrarme al pie del Sagrario… 
Mi corazón dejará ya de latir… 
Pero, qué consolador será, para mí, pensar 
que, sobre la tierra, quedarán labios 
que, en mi nombre, continuarán alabando a Dios…. 

Corazones, que, en mi nombre, 
sigan latiendo de amor por Jesús… 
Hostias vivas, que, en mi nombre, sigan elevando al cielo 
el perfume divino de la sangre… 
¡son mi sangre! Y, en ellos, continuaré sufriendo, 
como continuaré amando… 

Este texto se conoce como el testamento espiritual de la beata Concepción Cabrera. En él, lamenta no poder ofrecer más sus dolores causados por sus muchas enfermedades, a favor de las almas. Pero dice que es un consuelo que, cuando muera, habrá corazones que tomen, en su nombre, la misión de ofrecerse por amor a Jesús.  

Es un testamento justo, porque Conchita está encomendando la misión que Jesús le reveló a ella, a nosotros, no solo a los miembros de las Obras de la Cruz; sino a todos aquellos que quieran participar del sacerdocio de Cristo, haciendo eco del clamor sacerdotal que ella llevaba en el pecho (JHS). 

En este mes, en el que celebramos la Pascua del Señor, hagamos nuestro el legado de Conchita, acompañando a Cristo en la agonía de Getsemaní, que se sujeta a la voluntad del Padre, a los pies de su cruz, en su sacrificio de amor por la salvación del mundo, llevando nuestra propia cruz, que, solo en su unión, adquiere carácter redentor y, finalmente, en su Resurrección, alabando a Dios por la plenitud de su obra que nos alcanzó en la glorificación de su Hijo. 

El Espíritu Santo, en María y con María, nos ayude a transformarnos en hostias vivas que, ejerciendo nuestro sacerdocio, nos ofrezcamos constantemente junto con Jesús por nuestra salvación y la de muchas almas.  

FB La Pascua del Señor es un tiempo propicio para ejecutar el testamento espiritual que nos dejó Conchita Cabrera, nuestra beata. 

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