¡Qué buen camino ésta cuaresma y esta Semana Santa! ¡Hemos llegado, por fin! ¡Aleluya! ¡Gloria a Dios! ¡Ha resucitado, está vivo y es el Señor! ¡Cristo ha resucitado! Hoy, todo tiene sentido. ¡Cristo vive y en su resurrección, todos hemos pasado de la muerte a la vida! ¡Alegría hermanos: ¡hoy gritamos llenos de gozo que Cristo vive, que ahora todo es posible! Es posible luchar por la unidad de la familia, por la justicia y la solidaridad, por la paz y la verdad. Por su Cruz hemos sido atraídos y por su resurrección hemos pasado de la muerte a la vida. Gritamos: ¡Jesús, Salvador de los hombres, ¡sálvalos!
Hoy es la noche santa de la resurrección, es la noche más clara que el día, la noche más fuerte que la muerte, la noche más llena de amor y de vida. Es la noche en que todos, habiendo muerto con Cristo, resucitamos con Cristo. Hoy es la noche de la liberación, es el paso del Señor. Es la noche que nos sumerge en las aguas del bautismo para liberarnos del pecado, del egoísmo, de la indiferencia, de la rutina, del abandono y del cansancio. Es la noche en la que vuelven todos los que se han ido a la Iglesia para gritar juntos: ¡Jesús es el viviente que hace vivir!
Hoy es la noche que hizo posible aquel clamor de intercesión que nos dio vida en la Iglesia, aquel grito apasionado que tocó las fibras más delicadas del corazón de Jesús, del corazón abierto con ansias de salvación; es la noche el grito que derramó sangre de intercesión en una mujer apasionada por la salvación de los hombres.
Nos alegramos porque “él lo ha hecho todo”. Cantamos himnos de alabanza porque “él y sólo él” nos marca el rumbo de la fidelidad. Por la resurrección de Jesucristo “vivimos en el amor y del amor”. Porque la mirada de Jesús resucitado es de amor infinito. Es la noche en la que la mirada de Jesús resucitado es de amor infinito; si, es la noche de su mirada incomparable, vive por siempre, para interceder por nosotros y pedir más favores, más gracias, más amor, más unión, más paz.
Es la noche en la que las familias abren su corazón a la vida nueva y plena; abren su vida al evangelio; abren las puertas de su corazón a un compromiso nuevo surgido y renovado, en la apasionada entrega de Jesús resucitado. Bendita esta noche santa, en que nos sentimos amasados de Jesús, transformados en él, acariciados por las manos de María, que nos va configurando con su Hijo, que nos va participando de sus sentimientos, que nos va abriendo caminos y espacios de vida nueva, para ser familias nuevas.
Bendita noche de la Pascua, en la que ya no hay lugar para el recelo y el desaliento, para la duda y el rencor, para la indiferencia y el miedo. Bendita noche que toma lo mejor de nuestra historia y le da proyección de eternidad; bendita noche en la que todas nuestras “razones” para no estar aquí, caen por tierra y quedan solas en el sepulcro vacío de Jesús. Esta es la vida que el Señor Jesús Resucitado nos invita a asumir. Por esta noche santa de la Resurrección, es posible la vida nueva de la vocación.
Bendita noche en la que los hermanos seremos más hermanos, las familias más integradas, las comunidades más unidas, los proyectos mejor realizados por todos, el servicio será nuestra consigna y la paz nuestro mensaje. Esta es la noche en la que todos somos enviados a evangelizar, es la noche más clara que el día, es la noche de la resurrección de Jesús y nuestra propia resurrección.
Aleluya, amén, aleluya.