Quiero aventurar una opinión. Creo firmemente en la resurrección de Jesús. Creo que la resurrección de Jesús es el fundamento de nuestra fe. Creo que la resurrección es el número uno, el punto de partida de nuestra creación, redención, salvación.
Pero creo que Jesús no resucitó hoy. Afirmo que su resurrección no es histórica. Si lo fuera, Jesús nos quedaría muy lejos para poder ser sus testigos. Jesús resucitó más allá de la historia, es lo que llaman algunos una “realidad meta histórica”. Sí creo que este domingo es el día en que Cristo se manifestó resucitado. Nadie vio a Cristo resucitar, muchos lo vieron resucitado. Nosotros podemos experimentarlo así y, por lo mismo, ser sus testigos.
Cuando Jesús dice: “Al tercer día resucitaré”, significa que habrá que pasar por la muerte, que la expresión “tercer día” es seguridad y constatación física de haber muerto. No hay duda alguna, en realidad murió. Y al morir, resucita. La muerte acaba con el tiempo y el espacio, la muerte es el punto final de la historia de cada uno, no el punto final de su realidad definitiva, pero para que ésta se dé, hay que morir: sólo resucita lo que muere. Si un alma no muere no resucita, es la escueta verdad. ¿y la resurrección del último día? Es fácil decirlo: cada uno tiene su último día; pero toda la creación terminará de resucitar el último día cuando resucite el último hombre, del último día de la historia.
Sea como sea vivimos gracias a la resurrección de Jesús. Una vez más quiero poner aquí un soneto famoso de José Luis Martín Descalzo:
Y entonces vio la luz. La luz que entraba
por todas las ventanas de su vida.
Vio que el dolor precipitó la huida
y entendió que la muerte ya no estaba.
Morir solo es morir. Morir se acaba.
Morir es una hoguera fugitiva.
Es cruzar una puerta a la deriva
y encontrar lo que tanto se buscaba.
Acabar de llorar y hacer preguntas
ver al Amor sin enigmas ni espejos
descansar de vivir en la ternura
tener la paz, la luz, la casa juntas
y hallar, dejando los dolores lejos,
la noche, luz tras tanta noche oscura.
¿Quién dice esto? Jesús hoy nos lo dice: hay que morir, pero morir se acaba, morir es la condición para resucitar y resucitar es la primera realidad que hace posible todas las demás. Pero es de tal categoría la resurrección de Jesús que ya hemos resucitado con él. La presencia de Cristo en esta materia mía consagra y prolonga todo el universo. Dios crea, recrea y prolonga hasta la eternidad todo el universo porque ha resucitado. Besar tu carne viva y resucitada es prolongar y consagrar toda la vida. La resurrección de cada día toma todo el cosmos para divinizarlo; o sea, es materia creada por Dios que se da en la plenitud de la resurrección.
Ahora que estamos solos, Cristo,
te diré la verdad: Señor, no creo.
¿Como puedo creerme lo que veo
si la fe es creer lo que no he visto?
Si oigo tu voz en mi ¿cómo resisto?
¿Cómo puedo buscar, si te poseo,
si te mastico, si te saboreo?
Esta es mi fe: Comulgo, luego existo.
No tendré que saltar sobre el vacío
para llegar al borde de tus manos
o poner en tu pecho mi cabeza.
Mas dentro estás de mí que lo más mío.
Conozco más tu voz que a mis hermanos.
Que es más cierta tu fe que la certeza.