8 de julio de 2024

El retiro espiritual

Recorro cada evangelio de la Semana Santa. Me pregunto cómo puede haber cristianos que no lo hagan. Lejos de mí pensar que por hacerlo soy mejor que ellos, por supuesto que no; pero es que la semana santa está tan mal tratada: viajes, reservas, playas lugares increíbles para vivir la semana santa, etc. etc. sin la más mínima referencia al Evangelio; concluyo que “por eso estamos como estamos”. 

El evangelio es perspectiva de vida, no de religión; el evangelio se sitúa en la entraña misma de la creación, no en las paredes de un templo; el evangelio es declaración universal de derechos humanos y no conjunto de mandamientos; el evangelio es Jesús en su Iglesia y la Iglesia en Jesús y no tradiciones ritualistas vacías de Dios. 

Ni las semanas santas como las de antes, carentes de evangelio, servían para encontrar sentido de la vida. No se escuchaba la radio, no se abrían los comercios, no se jugaba en las plazas, no se comía carne, todos se vestían de luto… pero qué lejos del evangelio. 

Recurro a los versos de un entrañable amigo y auténtico religioso y sacerdote Misionero del Espíritu Santo: Carlos Zesati Estrada. Me han dicho que no todo lo que brilla es oro. Estoy super convencido de eso. Para mí ha brillado con especial luz, como la de las montañas, como la de los miles de libros que consiguió, conservó y ofreció al servicio del Pueblo de Dios. Él tituló este escrito como Salmo Pascual:  

Prisma de colores el año litúrgico  

iris de fiestas, fiesta de luces. 

Verde lejanía de Adviento 

blancura navideña de escarcha y pañales. 

Negrura de Viernes Santo  

y lenguas llameantes de Pentecostés. 

La esperanza cuajó en verde  

el dolor se embozó en luto. 

El amor se hizo llama  

la alegría vistió de blanco. 

Blanca y roja es la Pascua roja de sangre y blanca de claror. 

La tumba se bebe la luz del alba  

la luz del alba se convierte en Sol. 

Cristo emerge del sepulcro  

en su carne glorificada lleva prendida la aurora. 

Albor matinal su cuerpo  

y arrebol sus cinco llagas. 

Llora Magdalena sus gotas de acíbar  

en la tierra se teje un rosario de concha. 

Por el cielo vuelan los ángeles 

vuelan y cuentan la buena nueva. 

En la espadaña voltean los bronces  

y echan al aire, como los ángeles pregoneros, su vocerío. 

Mañanita de Pascua  

mañanita blanca. Mañanita roja y de resurrección. 

Esta explosión de colores me ayuda a vivir el mensaje de Jesús, siempre en el centro. En el evangelio encontramos la firmeza de Jesús para afrontar el conflicto, no el que viene de fuera sino el que se gestó en el interior de los que él mismo había llamado. No les reprochó nada, no se hizo para atrás: “El Hijo del Hombre va a morir, como está escrito de Él”. Y, con la fuerza del amor, el anhelo de la salvación, la fuerza de su fidelidad al plan de Dios, Jesús sigue siendo fiel a sí mismo. Algunos escritores lo tacharían de fanático, ultraconservador, mártir inútil de un mensaje que va a contrapelo de los criterios de este mundo. No hay que exagerar, seguirían diciendo los pregoneros de una paz superficial, hay que dialogar, es necesario buscar acuerdos.  

Jesús seguirá amorosa y misericordiosamente adelante en el cumplimiento del proyecto del Padre. 

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