8 de junio de 2025

Que Jesús haga su entrada triunfal en tu vida

Hemos llegado, nuevamente, al tiempo en donde acompañaremos a Jesús en este camino. La semana mas importante durante todo su servicio y entrega se centra en este momento. Nos hemos preparado, durante cuarenta días, para poder estar a su lado, para ponernos, tal vez por un momento, en su lugar, haciendo vida cada uno de los tiempos que Él vivirá. 

Su inicio es con el Domingo de Ramos. Durante su vida, a Jesús no le gustaba gloriarse de los milagros que realizaba, no salía a las calles diciendo, “soy el hijo de Dios, miren lo que hago, debes seguirme”. Todo lo hizo sin buscar un beneficio propio, daba testimonio del amor de Dios, de su manera de vivir y de cómo tratar a los demás. 

Pero, este domingo es especial, porque Jesús sabía que su misión en la tierra estaba por terminar. Así que, es la única vez que permite que lo proclamen como rey, pero de manera muy especial: no pide una corona de oro, no pide las mejores ropas, no pide el mejor caballo. El Hijo de Dios, enseñándonos como siempre una lección de vida, pide que desaten a un burrito, en el que nadie se había fijado; como símbolo de humildad y de mansedumbre, se sube en él para hacer su entrada a Jerusalén, en medio de personas que lo reconocen como maestro, gritando ¡Hosanna, Hosanna al hijo de David! 

Si nos situamos en esa escena, podríamos decir, ¡que emotivo momento! Pero solo Él sabe, en su corazón, que entra para, posteriormente, ser flagelado, insultado, ultrajado, para recibir una corona de espinas. Esas personas que lo alaban en su entrada, después, serán las mismas que gritarán ¡Crucifícalo! Jesús entra para tomar, sobre sí, el pecado del mundo, nuestro pecado, el cual lavará, con su misericordia, con el amor de Dios. 

Que en esta semana de su Pasión no seamos solo espectadores, que no se vuelva a quedar solo, estemos a su lado y expresemos: Jesús, aquí estoy contigo, te quiero acompañar en tu pasión, como Tú me acompañas a lo largo de mi vida, como Tú me acompañas en mis momentos de dolor, de gozo, de gloria. Hoy, yo quiero acompañarte.   

¿Quién soy yo frente al Señor que sufre? Soy aquel que, evadiendo la realidad, cierra los ojos; aquel que, invitado a orar, se queda dormido o, como aquellos que, gritando Hosanna, después, dirán, crucifícalo. Asumamos un estilo de vida cristiano frente a Jesús, que nos hará fecundos, un camino de humildad, de compartir, de perseverar… Que esta Semana Santa nos encontremos con la mirada amorosa de Jesús, que tengamos la capacidad de escucha, de decisión y acción para poder decirle ¡Aquí estoy, Señor! 

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