Si el evangelio es buena noticia, ¿lo es también eso de “uno de ustedes me va a entregar”? También, no sé cómo y por qué, pero será buena noticia. Se me ocurre poner el texto de san Pablo: “Donde abundó el pecado sobreabundó la gracia”. ¿También aquí? Yo diría que sobre todo aquí.
Tendría que ir a la escena del Antiguo Testamento cuando José es vendido por sus hermanos y es llevado a Egipto. Si la mirada se queda en ese hecho aislado, no puedo menos que decir que fueron unos hermanos desalmados, aprovechados y criminales; pero cuando abro la perspectiva de la historia y veo que, gracias a José, su familia pudo salvarse, crecer y continuar formándose el pueblo de la alianza, cambia la valoración de aquel hecho.
El evangelio es buena noticia en su conjunto, pero también en cada una de sus partes. En todas ellas se hace referencia a Jesús, siendo fiel a su misión y asumiendo las consecuencias de su encarnación. Más, no sabemos. Lo mismo habría que decir de las negaciones de Pedro.
El otro día un taxista me dio una lección. Al subir al carro vi la imagen de san Judas Tadeo como suelen tenerlo debajo de retrovisor y le pregunté con malicia, ¿cuál Judas es? Me respondió: “pues Judas, el que entregó al Señor, hizo algo que no tiene nombre, pero ¿quién soy yo para juzgarlo?”. Nuestra sociedad moderna tiene cierta predilección por Judas, no para hacer lo que él hizo, sino para aceptar que por encima de su pecado está la gran misericordia de Dios que va más allá de las valoraciones que podamos hacer nosotros. Pero también, se ve con predilección a Judas para ir en contra del mensaje evangélico y del magisterio de la Iglesia.
Pero no quiero desviar la atención de un Jesús dueño y Señor de los acontecimientos. La firmeza y convicción de su vocación lo mantienen firme en seguir el proyecto de Dios. Lo había dicho de alguna manera: “A mí nadie me quita la vida, yo la doy libremente”.
Nuestra mirada va pasando por cada uno de los apóstoles, elegidos por Jesús, para pasar una vez a la persona de Jesús, Señor de la historia y valedor de todos los acontecimientos. “Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios ha sido glorificado en él”.
Jesús desborda fidelidad, esperanza, cariño: “Hijitos, todavía estaré un poco con ustedes; me buscarán, pero a dónde yo voy no pueden ir ahora… me seguirán más tarde”. Es que está de por medio la muerte, pero no cualquier muerte, sino la muerte de Cruz.
Buen día para recordar aquellas palabras de Pablo a los Filipenses: “Tengan los mismos sentimientos de Cristo Jesús, el cual siendo de condición divino no retuvo ávidamente su categoría de Dios, sino que se anonadó, haciéndose obediente hasta la muerte y muerte de Cruz. Por eso Dios lo exaltó y le dio el nombre que está sobre todo nombre”. El paso a la glorificación va por la cruz que es la primera glorificación de Jesús.
Por eso ni traición, ni negación, ni soledad podrán retenerlo. Está de por medio la glorificación del Padre.