8 de julio de 2024

En nuestro horizonte campea Cristo Resucitado

Sentado a la mesa del comedor, redonda como en todas las casas de misioneros, siento ya un vacío a mi lado. A mi derecha solía sentarse Pablo; hoy simbólicamente hemos dejado un respetuoso espacio. No hay silla, ni plato, a mi diestra la flanquea una ausencia y solo veo, más allá, a Gildo.  

Pero la sensación física tiene todo un sentir diverso en el corazón. Allí encuentro la respuesta al vacío cuaresmal, al desierto de las tentaciones y del Éxodo, Hoy Pablo está sentado ya a la mesa celestial junto a Jesús, el Resucitado.  

Esta experiencia la veo propia de esos días raros, a los cuales se refiere el P. Sergio en su artículo de abril. Evoca aquella primera semana santa, la vivida por Jesús; desde su entrada entre aclamaciones hasta su muerte en la cruz, siendo sujeto de insultos e imprecaciones.  

A decir verdad, pienso, corresponde con el sentido último de la encarnación: participar de lo más profundo de la existencia humana. La vida de toda persona recorre su singular Triduo Pascual: pasa por las alegrías tenidas en comunidad, son los domingos de ramos, y discurre hasta el último aliento, duro acervo de cruces: soledades, sufrimientos y muerte. Jésus, el Verbo, se hizo igual a nosotros en todo menos en el pecado (cfr. Hb 4,15), redimiendo todo instante de humanidad, en avatares cotidianos y en los días raros.  

Son todos esos sucesos, como fue con Jesús, un camino de santidad. Lo son porque en todo instante, incluso más allá del tiempo, en Dios somos. No hay existencia sin Dios. En los días rarosde Jesús, había Espíritu Santo, ocurrieron el bautismo y el desierto dando paso al comienzo del Ministerio de los ministerios: el del Salvador. Por eso, nos invitan en páginas interiores, vivamos con santidad lo que diariamente nos toca. Y procurando tener cada mañana Domingo de Ramos dejando entrar triunfante al Mesías en el corazón.  

Movidos por el Espíritu Santo, nosotros también caminamos buscando dejar que lo divino de la vida reluzca en lo ordinario del día a día. La Semana Santa nos invita a celebrar no solo la entrega apasionada del Hijo de Dios por nosotros, sino a que nuestras vidas reconozcan su sentido renovado y pleno en el Triduo Pascual de Jesús.  

Abril 2022 debería ser una nueva ocasión de tal celebración personal y comunitaria. Ya nos recuerdan en páginas interiores que somos llamados a ser como Hostias Vivas ofrecidas sacerdotalmente junto con Jesús Yo lo constaté recién en Pablo: su cuerpo, ya sin vida, yacía ofrecido junto al lecho de ese enfermo al cual estaba brindando el sacramento de la unción. La vida como Hostia junto con Cristo Sacerdote. Fueron Jueves y Viernes Santo de mi hermano M.Sp.S.  

Así vivimos, esperando nuestro Sábado de Gloria. Resucitando junto con él porque morimos con Él (cfr. II Tim 2,11). 
Somos los más dichosos de todos los seres, pues en nuestro horizonte campea Cristo Resucitado (cfr.I Cor 15,19).  

Hermanos, ¡Feliz Pascua de Resurrección para todos!  

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