Dice una canción, ampliamente conocida, que “solamente una vez, amé en la vida…, una vez nada más, se entrega el alma…” ¿Si nuestra pareja ha partido a la casa del Padre, es válido o no volvernos a enamorar? Sobre todo, si somos creyentes y sabemos que, en el futuro próximo o muy lejano, Dios nos volverá a reunir en torno a Él.
Desde hace seis años, soy viudo y debo confesar que, hasta hace poco, nunca me había cuestionado sobre la situación de volverme a enamorar. Yo sabía que no quería estar solo, pero no me veía enamorado de nuevo y, sin buscarlo, el amor ha llegado nuevamente a mí o, tal vez, debo decir que ha llegado a mi vida otra mujer, que me motiva a enamorarme de nuevo y a sentirme correspondido.
Quizás, para algunos de ustedes, esto no debería pasar; quizás, para otros, es “aceptable” que suceda; pero, para mí, es simplemente una gran bendición que me hace sentir vivo.
Existen un sinnúmero de escritos y textos sobre el amor de pareja y eso es bueno. Sin embargo, lo mejor y más maravilloso de todo es lo que cada uno de nosotros podemos “escribir” al respecto con base en nuestras vivencias, experiencias y decisiones. En ese sentido, mi concepto de amor se ha enriquecido aún más.
Enamorarme de nuevo no ha significado olvidar a mi difunta esposa o hacer comparaciones, por el contrario, su recuerdo me acompaña todos los días, sin rivalizar con mi actual relación y sí enriqueciéndola para convertirme en una mejor pareja.
Escribo esto, dichoso de poder compartirlo, al sentirme bendecido por esta nueva oportunidad de amar y ser amado en esta vida terrenal. Desde luego que la reacción positiva hacia mí, de mi familia y amigos, ante esta situación, me da mucha paz, pero lo mejor de ello es que, con su actitud, me hacen sentir querido y respetado por cada uno de ellos, lo que también le agradezco infinitamente a Dios.