8 de julio de 2024

¿Solo “feliz”?

«La felicidad es interior, no exterior; por lo tanto, no depende de lo que tenemos, sino de lo que somos». (Henry Van Dyke) 

¿Cuántas personas, con las que me he encontrado, viven casi obsesionadas con su propia felicidad?… ¿Y cuántas, de verdad, viven felices? 

¿No parece como si la felicidad se hubiera convertido más en una imposición, que en una condición? ¿No parece como sí «ser feliz» sea una constante exigencia, para evaluar a las personas, midiendo sus logros y éxitos aparentes? 

Ser feliz puede ser, muchas veces, una expectativa estresante, porque sucede como con la imagen del burro, que vive tirando del carro, queriendo alcanzar la zanahoria, atada frente a él… No parece que podamos llegar… 

Si la felicidad es un estado en el que no acontece lo nuevo, entonces, ¿por qué querría ser solo feliz? Prefiero vivir abierto al cambio, por incómodo que en ocasiones pueda ser. 

Si la felicidad es quedarse en el aparente bienestar individual, dejando fuera toda clase de incomodidad, malestar o dolor, entonces, ¿por qué querría ser solo feliz, cuando lo que anhelo más profundamente es amar? 

¿Cómo podría conformarme con solo ser feliz, dejando fuera de mí el esfuerzo que me madura, el cansancio que me satisface, la indignación ante la opresión, la conmoción ante las víctimas, la repugnancia ante la violencia o el asombro ante el misterio?… 

No quiero ser solo feliz. Lo que anhelo de verdad es vivir plenamente… 

¿Cómo podría vivir plenamente mi condición humana sin dolor? Por más desagradable que me parezca, muchas veces, no quiero no sentir dolor; sino aprender a vivirlo con y por amor. Por eso, no pretendo luchar contra el dolor; negándolo, suprimiéndolo, quitándolo o maquillándolo; sino liberarme del sufrimiento innecesario, no del dolor humano. 

No quiero ser solo feliz… 

 Lo que busco es vivir más consciente y atentamente… Lo que necesito es recordar, siempre, quién soy, de quién soy, para quién soy y a dónde voy… Lo que deseo es vivir auténticamente y darme, siendo quien hoy soy, plenamente; vaciándome, de mí, por amor…Quiero saberme y sentirme pleno, viviendo congruente mi vocación y realizando, lo mejor que pueda, mi misión. 

No quiero ser solo feliz, ni quiero ser un solo feliz; lo que pido de corazón, al Espíritu Divino que habita en nuestro corazón, es aprender a vivir plenamente en amorosa comunión; filial y fraterna; gratuita y gozosa, de tan divina donación y de tan humana condición. 

Quiero vivir, no feliz solamente, sino plenamente; con amor y dolor, con rostro y corazón, coherente y congruente. 

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