5 de julio de 2024

San José, padre en la ternura

El Papa Francisco nos explica que, en la Carta Apostólica Patris corde, reflexionó sobre la personalidad de san José y su ternura. En los Evangelios, no tenemos referencia de cómo ejerció su paternidad, pero estamos seguros de que educó a Jesús con todo su amor y ternura.  

  

«José vio a Jesús progresar, día tras día, “en sabiduría, en estatura y en gracia, ante Dios y los hombres” (Lc 2,52), dice el Evangelio. “Le enseñó a caminar y lo tomaba en sus brazos: era, para Él, como el padre que alza a un niño hasta sus mejillas y se inclina hacia él para darle de comer” (cf. Os 11,3-4)» (Patris corde, 2). Esta definición de la Biblia nos hace ver la relación de Dios con el pueblo de Israel. Así habrá sido, también, la de san José con Jesús.  

  

Jesús, al referirse a Dios, lo llamaba “padre”. Muchas parábolas tienen, como protagonista, la figura de un padre [1]. La del Padre misericordioso (cf. Lc 15,11-32), habla del pecado y del perdón: “Estando él todavía lejos, le vio su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente» (v. 20). En ella. hace referencia a la paternidad de Dios que, sin fijarse en los errores de su hijo, lo acoge con ternura y con alegría, con una actitud desbordante y gratuita de amor y de perdón que supera toda lógica humana. El hijo se esperaba un castigo, pero se encontró con el abrazo y la ternura de su padre.   

  

Dios no se asusta de nuestros pecados, ni de nuestros errores, ni de nuestras caídas. Él es más grande que todo eso. Sufre por el cierre de nuestro corazón, de nuestra falta de fe en su amor. Él es padre, es amor, es tierno. José le transmitió esto a Jesús.  

  

Dios no confía solo en nuestros talentos, nos ayuda a caminar con las debilidades, tomándonos de la mano. La ternura es la experiencia de sentirnos amados y acogidos en nuestra pobreza y en nuestra miseria y, por tanto, transformados por el amor de Dios. Dios nos perdona siempre.  

Así cómo las enfermeras(os) tocan las heridas de los enfermos con ternura, para no herirles más, así, el Señor toca nuestras heridas, con la misma ternura. «Nos encontramos con la Misericordia de Dios, en el sacramento de la Reconciliación», en la oración personal con Dios, expresó el Papa.  

Al finalizar, Francisco nos invita a permitir al Señor que nos ame con su ternura transformadora para que seamos capaces de amar de esa misma manera.   

https://www.vatican.va/content/francesco/es/audiences/2022/documents/20220119-udienza-generale.html

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