5 de julio de 2024

Jesús te ama

Jesús nos dice: Yo te amo a ti, preciosa criatura, no sólo con amor de hombre, sino con amor de Dios. Para cada criatura, Yo tengo un amor “especial” y ese amor es según está hecho su corazón, que lo conozco, Yo, porque lo formé y, en Mí, fue creado, pues soy Dios. Yo puedo colmar a cada alma, si viene a Mí y se deja. Colmaría cada recodo de su alma, algo que no puede hacer una criatura humana. El amor de cada persona es distinto. Constrúyelo, tú, para Mí (cfr. La verdadera devoción al Corazón de Jesús, 17-04-2016). “Te amo, como si fueras el único ser en el mundo en el que Dios puede depositar su amor. Imagínate lo inmenso, la magnitud de ese amor” (19-11-2016).  

La pregunta más importante que Jesús nos hace es:  

– ¿Quién dices, tú, que soy yo?  

Pedro respondió:  

– Tú eres el Mesías, hijo de Dios vivo.  

Jesucristo, dice José Luis Martín Descalzo, era un incomprendido. Los violentos le encontraban débil y manso. Los custodios del orden le juzgaban violento y peligroso. Los cultos le despreciaban y le temían. Los poderosos se reían de su locura. Había dedicado toda su vida a Dios, pero los ministros oficiales de la religión lo veían como un blasfemo y un enemigo del cielo. Eran, ciertamente, muchos los que le seguían por los caminos, cuando predicaba, pero, a la mayor parte, le interesaba más los gestos asombrosos que hacía o el pan que les repartía, que las palabras que salían de su boca .  

En el libro “Las 24 horas de la Pasión del Señor”, Jesús le revela a una aldeana, de Corato (Italia), Luisa Picarreta, lo que pasó en las últimas 24 horas de su vida y lo que Él iba pensando en cada una de ellas. En otro momento, escribe el Libro del Cielo. Allí, narra algo que el Señor le dijo: “Hija, yo soy amor e hice a las criaturas todo amor”. 

A otra mística, Gabriela Bossis, Jesús le hizo esta confidencia: “¿Ves mis brazos extendidos en la cruz? Siempre quedarán abiertos para ser tu refugio… Gabriela le pide: “Señor, ya desde ahora quiero ver, en tus brazos, a mi familia, a mis amigos, a mis difuntos”. Dios: “Agrega también a los pecadores, pues para todos abro mis brazos. Llena mis brazos con pueblos enteros, con naciones, paganos, el tiempo pasado, los siglos por venir: tus plegarias acortan su destierro”.   

Jesús nos podría decir: Escúchame y te colmaré de mi amor, te cuidaré, te esconderé en la sombra de mis alas y te protegeré de aquel que utilice la violencia contra ti. Mira dentro de lo más profundo de tu ser y, allí, encontrarás mi sabiduría y mi amor. En lugar de sentirte abrumada, ven a mí. Yo satisfago toda necesidad. Yo te daré amor en abundancia. Yo, tu Dios, ilumino tus tinieblas. Donde quiera que tú vayas, yo iré; cuando pases por los ríos de la dificultad, no te ahogarás. Yo velo por ti, Yo te rescataré de tus adversarios. Descansa en Mí, confiando en mi presencia. Vacía tu mente de ideas terrenales y Yo la llenaré. Lo que esperas puede ocurrir cuando menos te lo imaginas. No te concentres en las cosas pasajeras. Mi calendario no es el de ustedes, pero Yo siempre estoy en tiempo. La lucha no es tuya sino mía.  

En Mí, no existe la edad, el tiempo, la enfermedad o la muerte. Mi luz llegará a ti como una llama de gloria. El crecimiento espiritual se da en la tiniebla. Pregúntate: ¿qué debo aprender de la tiniebla?   

Yo soy el Dios de todos; te llamo por tu nombre. He aquí que yo estoy a la puerta y llamo: si alguno abriere la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo (Apoc 3,20).  

Si me abres tu corazón, Yo entro y asumo el control. En Mí, eres libre de toda atadura. Eres libre de los errores y de las fallas del pecado, si te acercas a Mí. Yo remuevo todo lo que vaya en contra de mi naturaleza.  

Mis ojos velan por ti, en todo momento, incluso ahora mismo. Tiernamente, coloco mis manos sobre tu cabeza. Aliviaré tu angustia y bendeciré tus heridas. Clama a mí, Yo camino contigo y delante de ti. Mi Palabra es como lámpara a tus pies. Yo puedo descubrir tu llaga escondida y sanar tu herida. ¡Déjame restaurar tu alma! Mi amor disuelve todos los problemas. Yo hago nuevas todas las cosas y purifico los errores que no conoces.  

Te sostengo, te concedo aquello que está en tu corazón. Te daré mi gracia en cada momento. En las tribulaciones, eres purificado. Cuando me entregas tus preocupaciones, las recibo con infinito amor. Confía en mí, desde lo más profundo de tu alma; hasta las cosas más difíciles se han de resolver. Clama a Mí, yo respondo a tu llamada. Yo te consolaré, porque el Espíritu que mora en ti es mayor que cualquier circunstancia; saldrás con alegría y tendrás paz.  

Mi gozo lava toda pesadumbre de tu existencia. Yo soy el purificador, soy tu ayuda y quien sostiene tu vida. Te instruiré, te aconsejaré y velaré por ti. Te guiaré por senderos que no has conocido. No te abandonaré.  

A veces, te puedes sentir débil. Todo lo que pidas en la oración, creyendo que lo recibes, lo recibirás.  

Espera en Mí, en el silencio. Aquiétate, calma tu cuerpo y tu espíritu. Estoy más cerca de ti que tus manos y tus pies, que tu aliento. Comprométete conmigo y entrégame toda circunstancia. Aquiétate en aquel amor que aún no conoces.  

Yo llego; tú no sabes cuándo, solo confía. Yo estoy trabajando en ti; espera en Mí, en la quietud de tu ser. Voy delante de ti, enderezando los caminos. Cuando yo vierta sobre ti mi bendición, no habrá espacio para contenerla. Velo por ti. Soy tu refugio y fortaleza, soy tu seguridad en momentos de necesidad. Estoy en medio de ti; no te fallaré. No temas, sé firme y verás la liberación que haré a tu favor. Tengo poder sobre todo. Soy accesible en todo momento, sólo espero que me reconozcas. Búscame. No busques nada fuera de ti, yo soy el Todo suficiente que mora en ti. Te he designado para que vayas cosechando 

Deja un comentario