8 de julio de 2024

«Si quieres, puedes curarme»

Jesús es el mejor amigo, lo sabemos. Pero ¿lo experimentamos? Su amor y su amistad se unen en su persona liberadora de todo mal, de toda insuficiencia. 

Valoremos los aspectos positivos de los acontecimientos que nos permiten adentrarnos en un mundo de valores, para recuperarlos y volver a una sociedad tan querida por Dios, desde que la creó, con la fuerza de todo un Dios amor. 

Pero quiero ahondar en el amigo, Jesús, que sabe compadecerse con todas sus expresiones y consecuencias: “Se le acercó a Jesús un leproso, para suplicarle de rodillas: Si tú quieres, puedes curarme. Jesús se compadeció de él y, extendiendo la mano, lo tocó y le dijo: Sí quiero, sana” (Mc 1, 40-45). 

Se trata de un leproso atrevido, arriesgándose a acudir donde hay mucha gente en torno a Jesús y la ley se lo prohibía. Llevaba, en su corazón, una convicción expresada en una breve oración, “si quieres, puedes sanarme”. No hicieron falta más palabras, ruegos o súplicas. Después, se convertirá en un fan amigo de Jesús. 

Conocer, reconocer y divulgar lo que le ha sucedido, después del encuentro con Jesús, y esto merece proclamarlo. Una vez atrapados por la misericordia de Jesús, no se puede permanecer en el silencio. El leproso es otro, desde el encuentro con Jesús. 

¿Cómo vería san José a su Hijo, después de estas primeras acciones liberadoras? Seguramente, con la satisfacción de haber participado, como nadie, en el crecimiento de su hijo, Jesús.  

Dice el Papa Francisco: La vida espiritual de José nos muestra que no es un hombre que se resigna pasivamente. Es un protagonista valiente y fuerte. Y esa manera de ser se ve reflejada en Jesús, que acoge a todos, aunque sean leprosos, porque quiere sanar, dar vida nueva, fortalecer cada existencia con la vida nueva del Espíritu, como regalo inestimable del Padre.  

Se nos va delineando, a partir del conocimiento y aceptación de Jesús, la figura sencilla y asombrosa de su papá, José. Amar lo que Jesús ama y como Jesús, el mejor amigo, ama. Vamos a José, para que nos enseñe a vivir, acogiendo el designio amoroso del Padre, en Jesús y con Jesús. Amén. 

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