3 de julio de 2024

Él nos amó primero

Se dice que febrero es el mes del amor y la amistad. Es un mes bonito, donde nos demostramos unos a otros el cariño que hay entre nosotros. Sin embargo, reflexionemos: ¿y nuestra relación con Dios, ¿cómo anda? ¿Sentimos el amor que nos tiene? ¿Correspondemos a su amor?

Muchas veces, he escuchado la frase: “Yo no voy a misa, porque mi relación con Dios es aquí, en corto”…y, con un movimiento de su mano de arriba hacia abajo, del cielo a la tierra, creen que tienen una relación profunda con su creador. Pero, para ser sinceros, en realidad no puede haber una relación profunda, si no nos damos tiempo para tomarnos “el cafecito” con Dios. En realidad, no hay una relación transformadora, si no nos damos tiempo para crecer en nuestro interior, para conocerlo, profundizarlo e incumbir.

Antes que nada, hemos de reconocer que, si buscamos a Dios, es porque Él nos amó primero. “Con amor eterno, te he amado: por eso, te he reservado mi favor”. Jr.31,3. Dios nos creó por amor y con amor y lo que más quiere es nuestra correspondencia.

Dios nos ama, y “nos tiene tatuados en las palmas de sus manos” Is. 49, 16; y, con su palabra, Él nos susurra al oído “eres precioso a mis ojos, eres estimado y yo te amo“ Is.43,4, cual enamorado a su amada. 

A veces, no miramos a Dios lo suficiente, porque no lo sentimos cercano en momentos difíciles y Él nos sigue diciendo: “Yo marcho delante de ti, estaré contigo; no te dejaré ni te abandonaré. No temas ni te asustes”. Dt.31,8. Toda la bondad que tenemos en nuestro corazón, en nuestro ser, no es mérito nuestro, nos viene de Dios: “nosotros amamos porque Él nos amó primero”. 1Jn. 4, 19. 

Qué tal si le pedimos prestadas sus palabras, para contestarle y para “darle gracias de todo corazón, porque es eterna su misericordia” Sal.107,1.

Elevemos una oración a Dios, correspondiendo a su amor: “Bendice, alma mía, al Señor, el fondo de mi ser, a su Santo Nombre. Bendice, alma mía, al Señor, nunca olvides sus beneficios. Él, que tus culpas perdona, que cura todas tus dolencias, rescata tu vida de la fosa, te corona de amor y de ternura. Sal.103,1-4.  Amén.

Deja un comentario