5 de julio de 2024

La sagrada familia

Siendo católicos, al leer esta frase, inmediatamente evocamos la imagen de Jesús, niño o bebé, acompañado de sus padres María y José.

Recuerdo la Parroquia de la Sagrada Familia a la que acudía de la mano de mi abuelita. Ella, con su amor y fe inquebrantable, me inició en el conocimiento y amor al niño Jesús. Una parroquia hermosa, con enormes vitrales, imágenes de santos y hermosas vírgenes, pinturas con las escenas del viacrucis rodeando las paredes y, en el centro, la hermosa imagen de esta pequeña familia, de solo tres integrantes, que me fascinaba…

Al ver esta imagen, pensaba en lo increíble que sería formar una familia así: Unos padres compenetrados y amorosos, al cuidado de los hijos. Con el pasar de los años, fui conociendo que existen las llamadas familias disfuncionales, un término que me parece un poco despectivo e hiriente, para los hijos de las mismas. Pequeños con sentimientos a flor de piel que, aun a temprana edad, pueden comprender más allá de lo que podemos pensar. ¿Quién tiene el derecho a decidir qué es funcional y qué no lo es?

En esta imagen de la sagrada familia, aparece la mirada amorosa de los padres al pequeño hijo y la felicidad de este al sentirlos cerca, irradiando una luz que solo dan el amor y la confianza. Como padres, deseamos rodear a nuestros hijos con la seguridad, el apoyo y el amor que necesitan. Tarea difícil cuando somos inexpertos, cargamos nuestras propias heridas no sanadas e ideas preconcebidas, podemos lograrlo con altas y bajas.

Pero ser padres guías, maestros y compañeros de camino se complica conforme nuestros pequeños van creciendo; nos resulta muy difícil saber en qué momento soltar o jalar el hilo que aún seguimos desenredando, como responsables de su vida. Lo bien sembrado, en algún momento, dará fruto, cuando llegue el sol, la tierra adecuada y el agua requerida.

Todos tenemos una sagrada familia que proteger y por la cual velar. Cada integrante tiene una responsabilidad a desempeñar con fidelidad, trabajo, honradez, obediencia, respeto y amor, como el modelo de santidad familiar que vivió Jesus y que, en algunos pasajes bíblicos, nos deja ver con enorme discreción y respeto.

¡Así, pues, honremos a nuestras familias y a nuestras vivencias diarias de trabajo y entrega por mantenerlas unidas! Dios con nosotros, en todo momento, cuando sonreímos ante esa hermosa imagen con ojos llenos y mirada amorosa.

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