5 de julio de 2024

Recordar, reconocer, renovar

Contemplar, en silencio. Asombrarse, agradecer y bendecir, tres ejercicios…

Recordar …

Momentos y escenas, heridas y dones. ¡Tantos rostros habitando y tantas historias formando esta historia! 

Siempre a Dios, el de la iniciativa, la fidelidad amorosa y el amor incondicional.

Momentos de conciencia, breves y trascendentes.

A las personas que han estado y a las que están; las huellas que han dejado y han quedado. Soy historia de vínculos.

El bien que he hecho y lo que he podido hacer bien; los errores y torpezas muchas; la dedicación y la pasión.

Reconocer …

El aquí, el ahora, la presencia.

Conmigo y a mí, con Él, Dios en mí y, yo, en Él.

Con amor a mi madre, que habita en Dios amorosamente y en mí; a mí hermano, que amo y bendigo; reconozco a la familia que recibo y a quienes llamo amigos. 

En los vínculos y en cada encuentro, cada palabra, cada tacto y contacto; en la fuerza y la debilidad, libre y suficiente hoy.

Renovar …

¿Qué renuevo hacia adelante?

¿La pobreza? Mis esfuerzos de desprenderme y desapegarme. El don dolorosamente liberador de no poseer ni poder retener; poco a poco, recibir con gratitud y gozo lo que necesito, compartir con cariño 

¿La obediencia? Con las rebeldías egóicas y mis desidias ascéticas; sé quién soy, de quién soy y para quién soy. Libre para darme y perderme, poco a poco, por amor.

¿La castidad? El cariño que aprende a hacerse amor, el abrazo y la ternura, la fuerza y la exigencia. Muchas veces, eros y, muchas, ágape. No contenerme por miedo, darme y amar.

Y, así, recordando, reconociendo y renovando, respirar hondo y decir con fuerza: «¡Aquí estoy!

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