5 de julio de 2024

José, hombre justo y esposo de María

El Papa Francisco nos invita a profundizar en la figura de José, dando, así, un mensaje de amor a los novios y a los matrimonios. 

Nos dice, María y José son dos novios que han cultivado sueños y expectativas respecto a su vida y a su futuro. Dios entra de imprevisto en su historia y, con un gran esfuerzo, ambos abren, de par en par, el corazón a la realidad que se pone ante ellos.

Mateo, el Evangelista, nos narra: “La generación de Jesucristo fue de esta manera. Su madre, María, estaba desposada con José y, antes de estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo. Su marido, José, era justo, no quería ponerla en evidencia y resolvió repudiarla en secreto” (1,18-19). En aquel entonces, el novio, cuando la novia no era fiel o quedaba embarazada, ¡tenía que denunciarla! y era lapidada. Pero José decide no hacerlo, quedarse callado.

Las costumbres matrimoniales del antiguo Israel nos dicen que el matrimonio comprendía dos fases: La primera era un noviazgo oficial, en donde la mujer, viviendo en la casa paterna durante un año, era considerada “mujer” del prometido esposo. No vivían juntos, pero era como si fuera la esposa. Posteriormente, se realizaba el traslado de la esposa, de la casa paterna, a la casa del esposo, en una procesión festiva en la que las amigas de la esposa la acompañaban y se completaba así el matrimonio.

El hecho de que “antes de estar juntos, estuviera encinta”, exponía a la Virgen a la acusación de adulterio. Y de acuerdo con la Ley, en la praxis judía, se repudiaba a la mujer con consecuencias civiles y penales. José, por el amor y la confianza que sentía por María, decide no someterla a la humillación pública, eligiendo el camino de la discreción, sin juicio ni venganza. ¡Cuánta santidad en José!

Mateo añade: «Así lo tenía planeado, cuando el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: “José, hijo de David, no temas tomar contigo a María, tu mujer, porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados”» (1,20-21). La voz de Dios intervino en el discernimiento de José.

¡Qué importante es cultivar una vida justa y sentirnos necesitados de Dios! Ante ciertas circunstancias difíciles de la vida se esconde la Providencia que, con el tiempo, ilumina de significado el dolor que nos ha golpeado, encerrarnos en él, solo nos lleva a la tristeza y a la amargura, nos dice el Papa.

A menudo, nuestra vida no es como la habíamos imaginado, sobre todo en las relaciones en las que interviene el amor y el afecto. Amar significa elegir en plena libertad. José nos da una gran lección, elige a María, sin importar los riesgos, tomando la vida como viene. 

El Papa nos dice que, en el noviazgo y el matrimonio, estamos llamados a testimoniar un amor así. Tener la valentía de pasar del enamoramiento al amor maduro, el de todos los días (trabajo, niños, problemas). Una elección que, en lugar de aprisionar la vida, puede fortificar el amor, para que sea duradero frente a las pruebas del tiempo.  ¿Pero qué hacer para que no se dañe? Escuchen con atención, nunca terminen el día sin hacer las paces, para que el día siguiente empiece en paz.

https://www.vatican.va/content/francesco/es/audiences/2021/documents/papa-francesco_20211117_udienza-generale.html

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