8 de febrero de 2025
Los Reyes de oriente enbusca del Salvador

No perdamos de vista la estrella

La epifanía del Señor es símbolo de la luz que quiere iluminar la vida de cada uno de nosotros, la estrella que guio a los reyes magos es la misma que quiere guiarnos hoy.

En este camino de búsqueda, de tratar de encontrarla, pasaremos por dificultades, como lo hicieron esos hombres sabios para llegar a su destino. En ese recorrido, quisieron desviarlos del camino: Herodes quiso engañarlos; en algún momento, tal vez, quisieron dar vuelta y regresar, porque les parecía que no llegarían nunca o el cansancio comenzaba a hacerse presente.

Así puede pasarnos a nosotros ¡Cuántas veces perdemos de vista la estrella! El Papa emérito, Benedicto XVI, decía que Jesús es la estrella polar de la libertad. Sin Él, pierdes la orientación de tu vida.

Y es que encontrarnos con Jesús es encontrarnos con la verdad, con el perfecto amor. No me imagino la dicha de los magos, al llegar y ver al niño Jesús, reconocer, en ese pequeño, la manifestación del amor de Dios, de lo que es capaz de hacer desde nuestra pequeñez, esos hombres sabios fueron tocados por la mirada de Jesús reconociendo el verdadero amor. Es, entonces, cuando se dan cuenta que su larga búsqueda ha valido la pena, porque, cuando te encuentras con Él, toca lo más profundo de tu corazón, soy capaz de amar porque reconozco cuan amada(o) soy, entendiendo que la obra maestra de cada día somos tú y yo.

La estrella es capaz de guiar a todos, de orientar el camino hacia nuestro encuentro con Cristo.

Que aprendamos a conocer las formas en que Dios habla a nuestra vida, que tengamos la valentía de ir hacia nuestro Belén, allí, donde en la sencillez de un establo, entre una madre y un padre llenos de amor, encontraron lo que el ángel había anunciado “un niño, envuelto en pañales y acostado en un pesebre” (Lc2,12).

En el pesebre, Dios nos muestra hacia dónde tenemos que mirar, está en todas las realidades que hoy vivimos en los hermanos y hermanas que pasan por diferentes situaciones. Que tengamos siempre la inquietud de preguntarnos ¿en dónde está la estrella? Para seguirla, no perderla de vista y, cuando la encontremos, maravillarnos, dejarnos tocar por la mirada de amor, de verdad y vida; de la misma manera, nosotros convertirnos en estrella para alguien más, conduciendo a alguien al encuentro con el Señor.

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