por La Palabra de Dios siempre nos da la oportunidad de reflexionar, hay varias exégesis sobre la esposa de Lot, pero hay una, especialmente, que es muy iluminadora para retomar este inicio de año.
En Génesis 19, se narra la destrucción de Sodoma y Gomorra y sobre cómo Dios acepta salvar a Lot y a su familia. La única condición para que se salvaran era que no miraran hacia atrás: “¡Escápate, por vida tuya! No mires atrás, ni te pares en toda la redonda. Escapa al monte, no vayas a ser barrido.” (v. 17)
Pero su esposa no hizo caso: “Su mujer miró hacia atrás y se convirtió en poste de sal.” (v.26)
Otras traducciones escriben, en lugar de poste, columna o estatua.
Cuando se fija la atención en el pasado, con mucha insistencia, se corre el peligro de “quedarse estancado” ahí. Dejar de vivir el presente y empezar a sobrevivir porque el dolor de lo que sucedió, o al contrario, los buenos momentos que se vivieron, se quedan ahí estacionados en los pensamientos, repitiéndose como una película y distrayendo a la mente, evitando que vea lo que está sucediendo en el presente.
El exceso de pasado paraliza, pues se ocupa el “momento presente” en pensar en lo que fue, en lo que podría haber sido, pero que es irreal y en lo que se está dejando de vivir.
Por otro lado, la sal era utilizada como conservador de alimentos, no es casualidad que la esposa de Lot se convirtiera en estatua de sal y no de piedra o de cualquier otro material.
La esposa de Lot es una gran imagen que usa Dios para recordarnos que el pasado es para que lo recordemos con amor, añoranza y con respeto, pero, sobre todo, para que aprendamos de él.
Vale la pena iniciar el año analizando la manera en la que vemos e interactuamos con nuestro pasado, qué sentimientos son los que conservamos y hacia dónde nos pueden llevar si trabajamos en reconciliarnos con lo que nos tiene paralizados o estancados.
Mi pasado, Señor, lo confío a tu misericordia; mi presente, a tu amor; mi futuro, a tu providencia – San Pío de Pietrelcina.
